Parte 20 - Lucía

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Cuando Rosa me contó lo que había pasado estaba alucinando. Era increíble que el energúmeno de Pedro se atreviese a decirnos eso, aunque tuviese que esconderse detrás de una pantalla. Pero no había conseguido nada porque Rosa había hecho lo correcto al contárselo a los chicos, ese mensaje sólo le había hecho daño a él y a su "dueña", que es como llamaba desde hace tiempo a su novia manipuladora.

Conocía a Pedro bastante antes de que empezaran la relación, me contaba todos sus avances con Laura aunque a mí me dolía porque me gustaba. Yo le daba consejos, y él no parecía darse cuenta de todo lo que hacía por él, que era mucho más que eso. Era tragarme mi deseo de ser yo la única que fuese con él de la mano para ayudarlo a ser feliz con la chica que le gustaba, que no era yo por mucho que quisiese.

En esa época la noche me atormentaba, me tenían que sacar con sacacorchos las sonrisas, Rosa fue mi mayor apoyo aunque mis amigas estaban al tanto y me apoyaban siempre... salvo cuando Ana decidió ir detrás de Pedro. La había perdonado y no le guardaba rencor, pero sabía que ella era así y podía volver a hacerlo, por eso era más recelosa con ella.

Después de la última clase del viernes en la que poco hicimos como siempre, tocó el timbre final, el que todos estábamos esperando. Rápidamente todos recogimos y salimos corriendo para ser libre durante un fin de semana, ya no hacíamos casi nada en el insti porque nos quedaba muy poco antes de las vacaciones.

Ya íbamos todo mi grupo saliendo tranquilamente del edificio cuando se nos volvieron a acercar los pesados, ya tenía asumida su visita diaria, pero esta vez me sorprendieron.

—Hola chicas, ¿me prestáis unos minutitos a Lucía?—llegó Daniel con su habitual sonrisa.

—No, tengo prisa—me apresuré para que nadie respondiese lo contrario.

—Anda que no voy a tardar nada, es importante—me suplicó poniendo morritos.

Odiaba dejarme convencer por él, pero miré a Rosa y asintió, y yo no era de las cobardes. Así que di un paso hacia él, de lo que me arrepentí en cuanto vi su expresión victoriosa. Lo seguí unos metros hasta que quedamos fuera de alcance de algunos oídos curiosos.

—Verás...—comenzó a decirme, ¿parecía nervioso?—Siento lo que ha pasado, no sé qué te ha molestado pero no era mi intención que nos llevásemos mal ni nada.

Entendí más o menos lo que me quiso decir, yo últimamente le respondía borde, no era por nada especial pero él no lo sabía. Pensándolo desde su punto de vista parecía que a mi me había molestado algo que había hecho, pero lo que no sabía es que a mí me molestaba todo lo que hacía, desde cómo andaba hasta cómo sonreía, y ya cuando habría la boca ni lo podía soportar.

—Vale, ya nos vemos esta tarde—dije dándome media vuelta.

Pero Daniel me cogió por la muñeca y pronunció mi nombre, haciendo que volviese a girarme.

—Si es por mi comentario sobre Pedro aquel día te dije que lo sentía y era verdad—se inquietó con mi silencio y miró un poco contrariado—¿No me vas a responder nada?

—Ya te he dicho que vale, ¿qué quieres? ¿Que te de las gracias por tu sinceridad o algo?

Estaba siendo borde, pero no me salía hablarle bien a alguien a quien todos le hablaban bien nada más que por ser él. Se merecía un poco de cambio en su vida, que no todo le saliese perfecto.

—No sé, dime qué te ha molestado y así intento no volverlo a hacer. 

Dudé entre si contarle la verdad o dejarlo sin respuestas, pero como yo siempre tenía que llevar las cosas hasta el extremo no me callé.

Tan sólo un nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora