Prólogo

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I

La pareja Charming se encontraba en la plaza del reloj, a la espera de que el resto de miembros de su familia salieran a informarles de la situación. La noche había caído en Storybrooke y la calle, por ende, estaba oscura. El ambiente era lúgubre y frío. Emma Swan apareció corriendo acompañada de Killian Jones y se acercó a sus padres a toda velocidad.

"¡¿Dónde está?!" gritó preocupada nada más llegar.

Las miradas de los presentes se dirigieron automáticamente a la mano izquierda de la rubia, la cual la protagonizaba una daga de filo ondulado, con grabados de un profundo color azabache y empuñadura oscura. Emma llevaba en su mano la daga del Dark One, quien se acababa de desprender del cuerpo de Rumplestiltskin y estaba en busca de una nueva presa.

"No lo sabemos" respondió David.

"Ha desaparecido en la noche" añadió Snow, mirando a su alrededor.

A continuación, Regina Mills, de la mano de Robin Hood, apareció en el lugar. Vestía completamente de negro, con una cazadora de cuero y botines de alto tacón. El ladrón, por su parte, prescindía de su arco y traía consigo rostro de preocupación.

"Hey, ¿qué está pasando?" preguntó la morena.

"El Dark One" respondió Hook. "Ya no está ligado al cocodrilo"

"¡¿Qué?!" el temor de Regina fue plenamente palpable en su voz. "¿Dónde narices está?"

Todos los presentes miraron a su alrededor angustiados. La oscuridad vagaba por las calles de Storybrooke sin supervisión y en cualquier momento podría atacar. La noche se sentía más sombría de lo habitual, el viento más helado que de costumbre, el silencio más ensordecedor que nunca. Acto seguido, Emma dio media vuelta y miró hacia el cielo.

"No se ha ido a ninguna parte..." murmuró. "La oscuridad... nos rodea"

Tan pronto la Salvadora hubo formulado aquella frase, una masa oscura de maldad rodeó el cuerpo de Regina, arrastrando a la reina hasta el centro de la carretera.

"¡Regina!" el grito de Robin Hood fue desesperado, pero nadie se movió del sitio. Nadie sabía qué hacer, cómo reaccionar, cómo ayudar a la mujer. "¡¿Qué está haciendo?!" la pregunta del ladrón fue directa a Emma.

"Lo que hace la oscuridad" respondió la rubia. "Absorber la luz"

"Pues no se lo voy a permitir"

Robin de Locksley no tardó en salir corriendo hacia aquella extraña masa de oscuridad que se dedicaba en cuerpo y alma a rodear a Regina y encarcelarla en ese pequeño espacio. La reina apenas podía moverse. La fuerza que la oscuridad ejercía sobre ella era demasiada y no podía liberarse. Estaba completamente atrapada y comenzaba a sentir su bondad siendo absorbida por el Dark One. Eso fue hasta que un cuerpo impactó contra aquello que la encerraba. Robin Hood. El tipo se dirigió a toda velocidad hacia su novia, con tal de liberarla, pero fue desprendido a varios metros de distancia. Golpeó con su espalda en el duro y frío asfalto y soltó una sonora mueca de dolor. Regina, sin embargo, no emitió palabra.

"¡Eso no va a funcionar con esta cosa!" chilló Emma, observando al saco de músculos sin neuronas en el suelo. No se trataba de fuerza bruta, con la magia negra nunca era tan sencillo. "¡El Aprendiz me lo ha contado, tenemos que hacer lo mismo que el Hechicero! ¡Tenemos que ligar la oscuridad a una persona para contenerla!"

Sin esperar aprobación de nadie, Emma caminó decidida hacia Regina. No tenía miedo. Nada la echaba para atrás. En su mente solo había un pensamiento predominante: Regina. Tenía que sacarla de ahí. Su estúpido novio no había sido capaz y, para colmo, estaba retorciéndose de dolor en el suelo por saltar a lo bruto contra aquella cosa. Emma era la Salvadora. Hacía años que Henry la había ido a buscar a Boston, precisamente, por ese motivo. Porque se suponía que ella debía traer los finales felices a Storybrooke y Regina estaba a punto de perder el suyo.

"¡Emma!" la voz de Regina se escuchó por primera vez en aquel manojo de emociones. "¡No!" chilló al verla acercarse. Emma paró en frente de ella. "Tiene que haber otra forma"

"No la hay" balbuceó la sheriff con lágrimas en sus ojos. "Has trabajado demasiado duro para que ahora se destruya tu felicidad"

Emma alzó su brazo, dispuesta a golpear a la oscuridad con la daga y asumir el puesto de nuevo Dark One en lugar de Regina. No obstante, la voz de Charming, que abrazaba con fuerza el cuerpo de su esposa Snow, llegó directa a los oídos de Emma.

"¡No!" gritó el príncipe.

"¡Emma! ¡Emma, por favor!" esta vez fue Hook el que corrió hacia la rubia. "No... no hagas esto..." lloró.

Emma le miró a los ojos, a aquellos ojos suplicantes que le imploraban que soltara la daga y no interviniera, pero... ¿cómo iba a no intervenir? ¿cómo iba a dejar que la oscuridad consumiera a Regina? ¿cómo iba a permitir que la alcaldesa cargara con la responsabilidad de contener al Dark One? No iba a ser capaz. Por muy fuerte que fuera Regina, por mucho que se hubiera esforzado por cambiar, la daga tenía un poder de atracción demasiado grande. Era prácticamente una fuerza magnética, un centro gravitacional que atraía a todos los Dark Ones y jugaba con sus mentes hasta que estos sucumbían a su poder. Regina no iba a ser capaz de resistir. No después de haber sido la Reina Malvada durante tantos años.

"Lo siento"

Emma murmuró esas palabras y, acto seguido, se abalanzó sobre la masa oscura que rodeaba a la reina. Dirigió su brazo hacia el Dark One, empuñando la daga como si fuera a atravesarlo, pero, de repente, sintió una fuerza sobre su muñeca. Emma se giró de golpe, sobresaltada, y observó a Killian agarrar con fuerza aquella parte de su brazo y sacudirla hasta que la daga resbaló de entre sus dedos y golpeó contra el suelo. La sheriff no lo podía creer. Hook no podía haber hecho eso.

"¡¿Qué estás haciendo?!" chilló molesta, arrodillándose para recoger la daga lo más velozmente que pudo.

"No espero que lo entiendas" suspiró Killian. "Pero acabarás agradeciéndomelo"

Cuando Emma se puso en pie de nuevo y observó a Regina, ya no hubo vuelta atrás. La oscuridad estaba entrando en su cuerpo y no hubo de tiempo de que Emma la sustituyera. Estaba hecho y se dio cuenta de ello cuando tanto la reina como aquella masa de color negro granito desaparecieron en el aire y de Regina solo quedó una pequeña joya que había caído de su cuello. Un collar con un anillo como gema.

Emma se agachó para recogerlo y, cuando lo sostuvo entre sus manos, miró la daga con miedo y preocupación. El nombre de Rumplestiltskin había sido oficialmente sustituido. Ahora ponía, claramente, Regina Mills.

Luz y oscuridad [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora