Un buen día para Emma Swan

1.5K 156 37
                                    


I

A los pocos días, Emma Swan y Regina Mills decidieron dar una vuelta por el pueblo. Los guardias, los escoltas y la fortaleza del castillo sólo habían logrado abrumarlas de más desde la liberación de Merlín.

Robin y Killian caminaban por los pasillos inquietos y con cientos de libros entre las manos. Se habían tomado en serio la tarea de encontrar una forma de vencer a Zelena o, por lo menos, neutralizar su magia con tal de tener una oportunidad de victoria en su próximo enfrentamiento, pero el tiempo jugaba en su contra y no parecían estar encontrando nada de valor.

Rumplestiltskin y Belle no se habían dejado ver las caras desde entonces. La joven orquestaba una estrategia junto con los Charming, mientras que el ex Dark One buscaba una forma de sonsacarle información sobre Arturo a la prisionera, Guinevere. Merlín, por su parte, paseaba tan tranquilo y campante como si la lucha no fuera con él. A la espera de que los provenientes de Storybrooke se le presentaran con un magnífico plan entre manos.

"Es bonito el pueblo" murmuró Regina mirando las casetas y los puestos de comida. "No puedo creer que sea la primera vez que salimos a verlo"

El día era soleado y el ambiente maravilloso. Había gente ocupando las calles, parejas propiciándose su amor en el césped, vendedores ambulantes que se les acercaban con una sonrisa en los labios. Aquellos aldeanos transmitían toda la paz y toda la calma que necesitaban después de la intensidad vivida las últimas semanas.

"Supongo que hemos estado ocupadas" afirmó Emma.

Despacio, la pareja caminó por una calle cercana a una panadería. El olor a pan recién hecho, galletas y azúcar impactó directamente en el sentido sensorial de Regina, quien se giró sonriente hacia la pequeña tienda.

"¿Podemos entrar?" preguntó a la rubia, casi como si estuviera pidiendo permiso para actuar como una niña por unos minutos y disfrutar de una de sus cosas favoritas en el mundo. "Adoro el olor a pan recién hecho"

"Por supuesto" sonrió Emma genuinamente.

Le gustaba ver a Regina así de emocionada, no era algo habitual en ella y observar cómo se sentía de nuevo una niña pequeña al acercarse a una panadería debido a su atrayente olor a comida, la hizo sonreír. Ingresaron en el interior y se encontraron con una bella anciana que sacaba una bandeja de panecillos de un antiguo horno de hierro. Se giró hacia las jóvenes y les sonrió.

"Buenos días, señoritas"

"Buenos días" respondieron ambas al unísono.

"Tiene una panadería muy acogedora" indicó Regina mirando a su alrededor curiosa.

"Esa es la intención, querida" la anciana se acercó a ella y le enseñó un recipiente con galletas en forma de corona. "¿Desearía una? Las galletas en forma de corona, aquí en el reino, las reservamos para la realeza, pero usted... me transmite un aura real y noble. Puede tomarlas"

"Muchas gracias" respondió la morena. "Tomaremos un par"

La anciana comenzó a sacar las galletas de su recipiente y a envolverlas en un papel especial, bajo la atenta e intrigada mirada de ambas mujeres.

"¿Les gustaría, también, un panecillo?" añadió la mujer. "Están recién hechos"

Regina miró a Emma esperanzada. Por alguna razón esperaba que fuera la rubia la que aceptara la oferta. Ella ya había pedido entrar a la pequeña panadería y había prometido a la anciana comprarle dos galletas de azúcar. Pedir, también, un panecillo se le hacía vergonzoso e, incluso, infantil. Sin embargo, Emma vio el rostro de felicidad casi juvenil en la morena. Aquellos ojos que brillaban con un destello que nunca antes había visto, casi como si a Regina, en su adolescencia, se le hubieran negado aquellos pequeños placeres. Tal vez había sido así. Quizás Cora nunca había comprado a Regina galletas de azúcar cuando le había surgido un antojo esporádico.

Luz y oscuridad [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora