Luz y oscuridad [SwanQueen]

Bienvenidos a Storybrooke

I

Atravesaron el portal con gran facilidad. Viajar entre mundos era una cuestión a la que la familia Charming y sus allegados se habían más que acostumbrado. Habían viajado al Bosque Encantado, a Storybrooke, a Neverland, al Bosque Encantado de nuevo y, ahora, a Camelot. Fueron cálidamente recibidos por Granny, que les esperaba con una gran comida de celebración en su restaurante. Todos eran bienvenidos, incluidos los nuevos huéspedes, a los que el Dr. Whale y el Dr. Hopper estaban deseando contar todo lo que había sucedido en Storybrooke los últimos días: la Madre Superiora había resuelto exitosamente una crisis con unos intrusos; August había vuelto y se había reencontrado con Gepetto, su padre; el hospital había ampliado su ala de maternidad; y muchas otras cosas que ambos médicos verborreaban sin cesar.

La familia se encaminaba a Granny's cuando Regina, de repente, paró en medio de la calle. Sujetó la mano de Emma para que se detuviera con ella y observaron al resto de personas ingresar al local.

"¿Todo bien?" preguntó la rubia acariciando la mejilla de Regina. "Si no quieres no tenemos porqué ir"

"Quiero ir" indicó. "Solo que... más tarde" Emma sujetó su mano y la miró con atención. Sabía que su chica tenía algo más que decir. "Tengo que enseñarte algo"

Sheriff y alcaldesa llegaron a la mansión Mills. Regina introdujo la llave dentro de la cerradura y, cuando ingresó al salón de su casa, sintió una pequeña brisa acariciarla. La estancia olía a manzanas, tal y como ella recordaba, el sofá estaba limpio, los muebles ordenados y las paredes impolutas. Había echado de menos su casa y, ahora que recuperaba esa sensación de hogar perdido, se sentía un poquito menos apenada por dejar Camelot. A fin de cuentas, Merlín se había quedado ahí bajo la promesa de arreglar el reino roto que él mismo había, muy a su pesar, creado.

"Vaya... hacía mucho tiempo que no entraba aquí" dijo Emma. "No podría recordar la última vez con exactitud"

Regina caminó hacia la sala principal y tomó asiento en el sofá, indicando a la rubia con la mano que la acompañara. La Salvadora obedeció.

"Tengo que contarte algo"

Un nudo se instaló en el estómago de Emma al escuchar aquella frase. Regina, por su parte, se apartó la melena del cuello y mostró a la rubia la cadena que llevaba colgada.

"El anillo de Daniel" indicó la sheriff al ver la brillante alianza decorando el cuello de la alcaldesa, pero, al fijarse con interés, se percató de que no era exactamente igual que lo recordaba. "Espera..." Emma se acercó a Regina y observó el anillo con los párpados entrecerrados. "¿No solía ser dorado?"

"Exacto" afirmó Regina, cogiendo con dos dedos el anillo plateado que llevaba alrededor del cuello. "Este no es el anillo de Daniel" suspiró. "Es el tuyo" la sheriff alzó rápidamente la vista a los achocolatados ojos de la reina, en una mezcla de confusión y euforia extrema. "Merlín me contó algo antes de irnos" comenzó a explicar Regina. "Dijo que, a pesar de haber terminado con la oscuridad de la daga, Excalibur seguía ligada a mí... sigue pudiendo controlarme, solo que no puede obligarme a hacer nada oscuro o malvado" la Salvadora asintió con la cabeza y la boca ligeramente abierta. "También me dijo que podía convertir la espada en cualquier objeto que yo deseara y yo... yo le pedí este anillo"

"¿Por mí?" preguntó Emma casi tartamudeando.

"Por supuesto" sonrió Regina tímidamente y, acto seguido, se quitó el collar y se acercó a Emma. "Quiero que lo lleves tú"

"¿Yo? Pero-"

Regina no la dejó reprochar. Se acercó a ella y apartó su dorada melena con sus dedos, dejando la suave piel de su cuello completamente despejada. Colocó el collar correctamente y, al terminar, depositó un tierno beso en su nuca. Emma se giró conmocionada, lágrimas en sus ojos y las yemas de sus dedos acariciando la joya.