FLUOXETINA

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No había cerrado el ojo en toda la noche

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No había cerrado el ojo en toda la noche... se la había pasado meciéndose lentamente de adelanta hacia atrás en un círculo vicioso  de llantos y chillidos incómodos de los cuales era incapaz de escaparse, más sin embargo, en cuanto el reloj que se encontraba en el pasillo entre las habitaciones dio las 7:00 am y las enfermeras empezaron a llegar, supo que en efecto ya no podría dormir un rato siquiera si se lo proponía...

Por lo cual ahora se encontraba renegado a hablar... sentado de forma incomoda con los brazos atados a su propio torso, mientras escuchaba los suaves tic tac del reloj que a su ves eran copiados por su cuello y piernas, que se doblaban dolorosamente contra su propia voluntad (aún que el era incapaz de sentirlo) y que de ves en cuando eran acompañados por chillidos o palabras ridículas suyas...

El Doctor Robert era una buena persona, o al menos eso quería pensar el... nunca le gritaba como había visto tantas veces que muchos otros doctores le gritaban a otros internos, era alguien que intentaba ser carismático cuando se podía pero nunca perdía esa aburrida y monótona seriedad que lo caracterizaba tanto...
Llevaba apenas 5 meses a su cargo, y ciertamente cuando le tocaba verlo era lo más interesante que le pasaba en todo el día.

Esa mañana no fue diferente a las últimas 152 transcurridas a lo largo de los últimos 5 meses de su estadía, normalmente el día empezaba exactamente igual, se despertaba si es que había dormido, se le daba de desayunar una asquerosa e insípida avena fría y luego se veía con el Doctor Robert, pasaba casi todo el día con el, y luego regresaba a su habitación... no es como que hubiera mucho más que hacer, normalmente a los pacientes como el (siendo tan joven) se les permitía estar en la sala comunitaria viendo programas infantiles o tal ves jugando a armar algún rompe cabezas o escuchando algún audio libro, pero en su caso por orden de la corte se le había prohibido convivir con cualquier otro interno en aquel sitio, incluso si eso implicaba quedarse totalmente solo con sus horrendos pensamientos, aún que no se los podía recriminar, era consciente de los horrendos actos que cometió para provocar tal sentencia, no se aria el inocente, de lo poco que podía recordar de los últimos 5 años, era la terrible cantidad de gente que mató por despecho o siguiendo órdenes... sabía que había estado mal, pero ciertamente no se arrepentía de nada, y eso lo dejaba claro cada ves que hablaba con el Doctor Robert... era incapaz de arrepentirse, después de todo ¿por que lo aria?.

El Doctor Robert llegó poco tiempo después de el, se sentó en un sillón frente a él y le sonrió con calma, después de todo el viejo solía decir lo mismo siempre "una sonrisa es contagiosa", pero valla que la suya definitivamente no lo era, abrió su carpeta mirando de reojo los papeles con su información, y luego por fin lo miró a él.

_Buenos días Tobías-. Hablo el hombre mientras del bolsillo de su impecable bata blanca sacaba un bolígrafo de esos elegantes que solo la gente con bastante dinero podía permitirse... _¿Como te encuentras el día de hoy?-. Pregunto con calma mientras empezaba a anotar algunas cosas entre sus papeles.

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