Ⅳ.

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Capítulo cuatro

Kyungsoo deseó quitarle a Jongsoo y salir corriendo.

Encontrar un lugar en el cual esconderse con su bebé hasta que JongIn perdiera el interés por él y se fuera por donde había entrado. Pero conocía bien a su ex marido y sabía que no iba a irse y mucho menos iba a dejar a su hijo allí.

Así que supo que tenía que enfrentarse a la realidad.

De todas formas, había estado preparado para contarle a JongIn que estaba embarazado cuando se había enterado, y sus valores seguían siendo los mismos que en ese entonces.

Sin embargo, eso no significaba que estuviera preparado para hacer las maletas y mudarse nuevamente con él. Su vida estaba allí. Tenía a su familia, a sus amigos y un negocio.

La idea de que JongIn  se quedara en Banfield hizo que se le acelerara
el corazón, sintió pánico.

Estaba entre la espada y la pared.

–No puedo volver contigo –dijo, fingiendo que no le afectaba por
dentro verlo con su hijo en brazos.

–Bueno, en ese caso, me quedaré yo aquí.

Kyungsoo notó cómo el pánico crecía en su interior.

–Pero no puedes quedarte para siempre –le dijo–. ¿Y la empresa? ¿Y tu familia?
¿Y mi salud mental?

–No lo haré –le respondió él.

Luego le devolvió a Jongsoo muy a su pesar, con cuidado para que no
se despertara, y sacó su celular del bolsillo.

–Pero si piensas que la empresa, o mi familia, son más importantes
que mi hijo, estás loco. Puedo tomarme un par de semanas. Sólo tengo
que decirle a todo el mundo dónde estoy.

Y, dicho eso, se dio media vuelta y fue hacia las escaleras mientras marcaba un número en el teléfono. Kyungsoo se balanceó y miró a su hijo.

Notó cómo las lágrimas le inundaban los ojos.

–Ay, mi chiquito –susurró, dándole un beso en la frente–. Estamos metidos en un buen lío.

Para Kyungsoo, la «mudanza» de JongIn a Banfield fue como cuando se habían conocido.

Él había trabajado atendiendo mesas en una cafetería cerca de la universidad mientras estudiaba. Al chico de piel canela le había pagado la carrera
su padre y se había pasado todo el tiempo libre jugando basquet y
yendo a fiestas.

Una noche, JongIn había entrado a la cafetería con un grupo de amigos. Kyungsoo se había fijado en él, y en todos, pero no le había dado más vueltas al tema. Era un grupo más de clientes, de los que entraban y salían de la cafetería sin ninguna preocupación, mientras Kyungsoo dejaba hasta la última gota de sudor trabajando para poder seguir
estudiando.

Pero JongIn había vuelto. Unas veces con amigos, otras, solo. Le había sonreído. Le había dejado generosas propinas y había conversado con él de cosas sin importancia. Y Kyungsoo no se había dado cuenta, hasta bastante tiempo después, que le había ido contando su vida por capítulos en cuestión de un par de semanas.

Al fin, le había pedido que saliera con él y Kyungsoo ya había estado demasiado enamorado como para decirle que no.

En esos momentos tenía las mismas sensaciones que entonces: sorpresa, confusión, emoción... JongIn era como una catástrofe natural: un tornado, un terremoto, un tsunami que ponía toda su vida patas arriba.

En una hora, había hablado con todo el mundo con quien tenía que hablar y había dejado claro que estaría en Banfield hasta nuevo aviso.

Hasta donde Kyungsoo sabía, no le había contado a nadie el motivo. Lo había oído hablar con su hermano y decirle que el negocio en el que había pensado invertir le había parecido prometedor y que tenía que quedarse para estudiar mejor el negocio.

 El Amor Que Perdimos[Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora