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Odio todo, no me importa si se escapó un prisionero de Azkaban, nada y entiendan bien esto, ¡NADA!, justifica las ochenta sirenas y luces de helicóptero que surcan el barrio desde hace cinco malditas horas. ¡Los mortales de carne y hueso necesitamos dormir!, por el bien de la policía más les vale encontrar al prófugo. Y por el bien del prófugo, más le vale haber cometido un delito que justifique todo ese bochinche o lo voy a terminar matando si lo encuentro.-ya y qué vas a hacer ¿tirarle alfajorcitos y café encima?- Cállate conciencia.

Suspiré rendido, definitivamente no conseguiría dormir, lo mejor será adelantar las planificaciones del próximo mes de clases. Me levanté de un salto y tomé una ducha. Al terminar me miré en el espejo, necesitaba un corte con urgencia un par de mechones castaños caían rebeldemente sobre mis ojos y se mezclaban con el tono avellana de los mismos.

Al ir a la sala, pasé por el cuarto de Lea, ella dormía plácidamente, no entiendo cómo con la cantidad de ruido que había en las calles.

Unas horas después ya había logrado planificar las clases de las primeras dos semanas de Mayo. Me dirigí a la heladera y saqué lo necesario para armar el desayuno.

Llegué corriendo a abrir el café, la maestra de Lea me había entretenido un muy buen rato anunciando una reunión de padres y entregando los primeros reportes del año.

Prendí la rocola para desconectarme del mundo un rato y empecé a limpiar todo mientras cantaba "Sabor a mí" a todo pulmón. No puedo explicar cuanto amo esa canción, estaba tan perdido en ella que pegué un salto cuando al terminar la canción escuché unos aplausos.

Di la vuelta totalmente avergonzado, solo para encontrarme al señor Café con raspadura de chocolate, totalmente divertido ante la escena que acababa de montar.

Estaba por recriminarle que había entrado así como así, cuando vi que ya eran las 8:45.

-Tu no viste nada, además ¿cómo pudiste entrar sin hacer ruido?- Lo señalé acusatoriamente mientras preparaba en el mostrador su café.

-Tranquilo Estrellitas, déjame decirte que tienes una muy bonita voz- Alzó las manos en señal de rendición- En cualquier caso, la verdad es que estabas muy metido en la canción, porque al entrar me choqué con esa maceta y créeme que hizo bastante ruido.

Ignoré el apodo y miré la maceta de la entrada de la cafetería. En efecto estaba corrida y se veía un poco de tierra caída en los costados. Lo miré con los ojos entrecerrados pero él estaba tranquilo mientras jugaba con una servilleta.

-¿Sueles cantar profesionalmente?

Alcé la vista ante la pregunta, y busqué algún tipo de burla en sus ojos, pero parecía realmente interesado.

-No, cuando era más joven tenía una banda, luego ingresé a la facultad y no tocamos más.

Él asintió pensativo.

-¿Quisieras volver a ello?

-No lo creo, me gusta más dar clases y tocar el piano.-Ni yo sé porque respondí tan libremente, no era asunto suyo, pero por primera vez no tenía un semblante arrogante.

-El piano... Eso es difícil, yo no soy bueno cantando, pero sí con la guitarra eléctrica.

-Entonces eres abogado, tocas la guitarra y te gusta el café con chocolate.

-Así es, pero me gustan más los chicos castaños que dan conciertos con una escoba de micrófono- Dijo entre risas

Y allí volvió el idiota, ya se estaba tardando en no lanzar uno de sus comentarios. Le di su café y lo miré mal para que se fuera de una vez.

-Es un cumplido, tampoco me mires así, creí que teníamos algo especial

-¿Algo especial?- Alcé las cejas sorprendido.

-Estabas empezando a contarme tu vida, es de mala educación ilusionar a alguien y luego echarlo- Mencionó ofendido

-¡¿ILUSIONARTE?! , vamos fuera que tengo más clientes- Poco más agarro la escoba para sacarlo.

-Así lo tratan a uno cuando quiere ser amable, pff, nos vemos Estrellitas.

Finalmente se fue y me acerqué a limpiar el mostrador. Justo al lado de la máquina de café se encontraba la figura de un corazón hecho con la servilleta de papel con la que estaba jugando. Inconscientemente sonreí, y aunque Adrien me desesperaba horrores lo guardé dentro de uno de mis libros.

Regresé a casa en la noche y vi que Lea se había quedado dormida abrazada a Cass, mi hermana. Sonreí ante la imagen y les tomé una foto. Olvidé quitar el flash y al sentir la luz en la cara la mayor se despertó.

-Ey, buenas noches dormilona, ¿cómo estás?

-Hola Lucas-Se desperezó en el sillón- Se ha portado re bien, es un amor- me miró frunciendo el ceño- ¿Seguro qué es hija tuya?

Esquivó la almohada que le aventé y soltó una risa. Cass era más joven que yo por tres años y amaba tocarme las narices siempre que podía.

Le invité un café con chocolate, su favorito, inmediatamente pensé en Adrien y busqué con la mirada el bolso donde estaba el libro.

-¿En qué piensas?

-No, en nada- Dije quitándole importancia.

-Tienes razón tú no piensas, tú...

-Una palabra más y le hecho limón al café

-Sí señor.

Nos quedamos hablando un par de horas hasta que la buscó su novio y yo dejé a Lea en su habitación.

Esa noche soñé con un rubio de gabardina negra, que tocaba la guitarra eléctrica. 

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Buenas!!!, Acá con nuevo cap. ¿Qué opinan de Lucas?,

Saben hacer origamis?, la verdad es que yo no pero siempre quise aprender a hacerlos.

Hasta el próximo capítulo,

Besos sabor a café y chocolate,

Aldi 

 ʕ•́ᴥ•̀ʔっ♡ 

Un café al pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora