Desperté con el intermitente sonido de la alarma, lancé un bufido y volví a cerrar los ojos, realmente no había dormido nada anoche por quedarme corrigiendo los exámenes de mis estudiantes.
Me levanté mirando con mucho cariño mi cama y con sufrimiento la cantidad de viento que movía los árboles, estábamos en pleno abril y el otoño se hacía ver con una gran presencia marrón y amarilla.
-¡Ey papá, despierta que llegamos tarde!
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Lea, mi hija. Sonreí pensando en que a pesar de todo lo que pasamos ella siempre se despierta totalmente risueña y con toda la energía para empezar el día. Un poco más motivado me vestí y me encaminé a la sala que también funcionaba como cocina a preparar el desayuno.
-Buenos días, princesa- dije al ver a Lea poniendo la mesa. Con solo nueve años era la viva imagen de su madre con un cabello negro lacio, su nariz respingona, unos cachetes adornados con una pequeña hilera de lunares y sus ojos celestes que siempre estaban brillando de pura curiosidad por todo lo que le rodeaba... definitivamente era igual a Samanta.
- Buenos días pa- dijo entre risas- ¿te peleaste con la almohada?
La miré sin entender hasta que vi mi reflejo por la pantalla del televisor y en efecto, parecía recién salido de una guerra con el pelo todo revuelto, los ojos llenos de lagañas, los pómulos con marcas de las sábanas deformando mis pecas y unas ojeras que delataban mi mala noche. Aun así sonreí y fui a preparar una chocolatada con tostadas para ambos.
-Sí, bueno hoy decidí dejar que otra persona disfrutara de ser el hombre más bello del mundo por unas horas jajaja
Después de desayunar intenté arreglar un poco mi cara, pero la verdad hoy no era mi día y el pelo se me paraba como un saiyajin, lancé un puchero rindiéndome y busqué lo necesario para hoy,- veamos, debo dejar a Lea en el colegio, ir a trabajar en la cafetería y luego ir a la secundaria a y entregar los exámenes de historia y...-chequee mi agenda- llevar a Lea a la pijamada con sus amigas, bien será un día largo ánimo, ánimo- le dije al espejo.
Llamé a Lea para que subiese al auto y la dejé en la puerta del colegio deseándole un gran día antes de ir hacia uno de mis trabajos, la "Cafetería Landenard" propiedad de una de mis grandes amigas y jefa Sabrina Landenard.
Entré haciendo sonar la campanilla que se encontraba arriba de la puerta, la verdad era un lugar muy acogedor, las mesas y sillas eran de madera y estaban dispuestas al costado de los grandes ventanales que permitían el acceso de una gran cantidad de luz natural y al fondo de todo contrastando con las paredes blancas se encontraba una rocola amarilla que se encontraba reproduciendo "Leave The Door Open" armonizando con el ambiente tranquilo que poseía el Café a esa hora. Me dirigí a ponerme el delantal cuando Sabrina me vio y se acercó a saludarme.
-¡Ey Lucas!, ¿Cómo estás? Te ves un poco... ¡Oh Dios mío mira tu pelo! Estás horrible
-Hola Sabri, gracias yo también te quiero- mencioné con el entrecejo fruncido.
-Lo siento, pero es que- y de repente abrió los ojos como plato y me sonrió pícara- no me digas que alguien tuvo acción anoche.
-Cállate pervertida estuve corrigiendo exámenes- dije tirándole un repasador a la cara. Lo cierto es que desde el fallecimiento de mi esposa hace cuatro años no había estado con nadie, no me malentiendan yo sabía que debía seguir adelante e incluso asistí a algunas citas que Sabrina me había organizado, pero simplemente no se sentía correcto y luego de dos años terminé dándolo por perdido.
Me alejé de ella riendo por su mueca de disgusto después de despeinar su pelo con el repasador y fui al mostrador a preparar las órdenes de los clientes que buscaban un café al paso. Entonces, sonó la campanilla y cuando levanté la vista quedé estático al ver a la persona del otro lado.
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Buenas, buenas ¿Cómo están? esta es mi primer historia así que espero le den mucho amor,
surgió como una idea a las 3 AM y pensé ¿ y si lo publico?, ojalá la disfruten.
Los quiero mucho 🥰,
Besitos con sabor a café y chocolate 💞,
Aldi
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Un café al paso
Teen FictionLucas es un profesor de historia viudo, cuya vida se basa en llevar a su pequeña hija a la escuela, ir a dar clases y... servir café al paso. Un día llega un cliente nuevo a la ciudad y este, con su peculiar personalidad, le brinda color a su vida...