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Por un momento, juro que me sentí flotar en el aire. Aun con sus ojos llorosos por el resfriado, su sonrisa era hermosa.

-Buenas noches, yo... solo...-Qué le digo, "hola no te vi los últimos días y quería saber si me habías dejado tirado".

-¿Tú solo?- Me miró confundido.

Vamos Lucas piensa rápido, piensa rápido- A...Azúcar, sí eso. Quería pedirte azúcar.

No supe quién de los dos estaba más desconcertado por la respuesta. Definitivamente mi cerebro no funcionaba bien a su lado.

-Oh, claro- Entró extrañado a su casa dejando la puerta abierta, y a mitad de camino dio la vuelta- ¿No vas a pasar?

-¿A t-tu casa?

-Bueno, dudo que quieras terminar igual de constipado. Vamos entra que hace frío.

Pasé cerrando la puerta mientras lo veía desaparecer por un pasillo. Comencé a seguirlo, pero no pude evitar dar un vistazo a su casa. Era bastante espaciosa de unos dos pisos, mayormente revestida en tonalidades ocres y blancos con algunos decorados en negro. La entrada estaba repleta de cuadros, se notaba que le gustaba el arte. Me detuve ante uno en particular. Estaba pintado en tonalidades claras y mostraba un paisaje totalmente pacífico, lleno de flores y un pequeño río. Era atrapante, parecía un paisaje real y tuve la tentación de tocarlo para ver si sentía los árboles y mariposas que surcaban alrededor. Casi podía sentir la brisa y desee que ese lugar tan calmo existiera. La voz de Adrien interrumpió mi excursión.

-¿Vienes Estrellitas?-Mencionó asomando la cabeza por la pared.

-Sí, disculpa.-Apuré el paso en su dirección- Tienes una casa muy bonita.

-Oh gracias, ¿te gusta? A veces creo que cuelgo demasiados cuadros. Me gusta mucho la pintura.

-Son hermosos. El de la entrada que muestra un paisaje es... no sé cómo explicarlo, pero me dio mucha tranquilidad, pareciera que las mariposas en cualquier momento salen a volar por la casa.- Sonreí, ante la idea y me encontré con un Adrien con los ojos iluminados sumamente feliz.

-Ese lo pinté yo, cuando regreso cansado del trabajo me gusta mirarlo, me renueva las energías.

-¡Lo pintaste tú solo!, wow, eres muy bueno- Abrí los ojos sorprendido, sabía que podía tocar la guitarra pero pintar como un profesional no.- ¿Ese lugar existe?

Él asintió levemente- Quizás algún día lo conozcas.

Se quedó pensativo y se perdió en algún punto del pasillo.

-Entonces... ¿puedo llevarme ya el café?

Él pareció reaccionar y me hizo una seña para que lo acompañara mientras reía burlonamente negando con la cabeza.

-¿Qué ocurre?- Fruncí el ceño. Por alguna razón sentía que era el causante de la risa.

-Nada, nada-Respondió divertido.

-Te estás burlando de mi- Crucé los brazos, mientras su sonrisa seguía intacta, e incluso un poco más grande.

-Solo que quieres café-Levantó una ceja esperando a que yo respondiese con algo, pero la verdad no entendía que quería.-Viniste a mi casa por café- Volvió a reir y me enojé.

-¡ya basta!, de haber sabido que eras tan grosero no te hubiese pedido nada- Lo miré enfadado, pero solo conseguí una carcajada de su parte.

-Ya, lo lamento- Levantó las palmas rindiéndose.

Sentí mi victoria ante las disculpas. Pero levanté una ceja cuando observé una sonrisa maliciosa de su parte. Sin embargo no dijo nada hasta llegar a la cocina.

Un café al pasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora