Michelle Howard aborrecía a los vampiros con todo su ser, tenía como objetivo eliminarlos y luchó durante mucho tiempo para conseguirlo... Hasta que, por cosas del destino, se convirtió en una de ellos.
Después de una guerra casi interminable, acab...
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Siendo sincera, me costó un poco adaptarme a mi nueva vida.
Los Stonem establecieron una rutina para mí de forma que me fuese acostumbrando poco a poco a la naturaleza vampírica.
Prácticamente no hacía nada durante el día, debido a que ninguna bruja me había bendecido aún para convertirme en vampiro diurna, no se me permitía salir de la mansión o, de mi habitación incluso, hasta que la luna apareciese en el cielo.
Después, Scarlett, Evelyn o incluso Axel si estaba desocupado, me acompañaban a La Reserva para poder alimentarme. Solía intercalar entre bolsas de sangre y Presas, para no depender únicamente de un método.
No obstante, la diferencia sí se notaba mucho en cuanto a la fuerza y vitalidad que me daba. Las bolsas de sangre me podían mantener a flote, pero beber de la vena directamente me hacía sentir invencible.
—Abel es el mejor perforador de la ciudad —dijo Scarlett, una vez que Cara estacionó el auto—. Lo mejor de todo es que es uno de los nuestros. Como te mencioné, los vampiros tenemos una sangre mágica que cura todas nuestras heridas automáticamente, es por eso que tus perforaciones se cerraron cuando completaste la transición, tu magia las detectó como heridas y las curó.
Esta era la primera vez que salía de la mansión Stonem desde hacía una semana. Por razones obvias, era peligroso que me enfrentase a la realidad siendo una neófita, pues mi sed de sangre estaba mucho más latente que la de un vampiro longevo.
Sin embargo, Cara, Scarlett y Evelyn estaban aquí para controlarme en caso de que tuviese algún impulso involuntario por mi ansia.
Estaba emocionada, cuando le comenté a Scarlett que mis perforaciones se habían cerrado al revivir como vampiro, le pregunté cómo era posible que ella y otras personas del clan tuviesen piercings, ella sonrió y comentó que debía llevarme con Abel, el perforador y tatuador de los seres sobrenaturales.
Así que aquí nos encontrábamos, estacionados frente a un edificio de dos pisos con arquitectura moderna y minimalista con un letrero de luces neones llamado "Vampire Knight". El nombre me pareció cínico, pero no lo comenté.
Me dispuse a abrir la puerta cuando Evelyn colocó su mano en mi muslo para detenerme.
—Espera, Chelle —musitó la Stonem menor mientras hurgaba en medio de su bolso rosa en busca de algo, acto seguido, sacó una bolsa de sangre del mismo y quitó el tapón para mí—. Seguramente habrá uno que otro humano dentro, es mejor no arriesgarnos y deberías estar satisfecha antes de entrar.
Ya me había alimentado antes de emprender el viaje en el coche, pero hice caso y bebí la bolsa para asegurarme de que no quedaba nada de ansia en mí para cuando entrase.
—El estudio de Abel funciona principalmente para vampiros, pues es parte del clan, él solo trabaja con seres sobrenaturales, pero tiene dos empleados que sí atienden humanos —me explicó Scarlett, tendiéndome un pañuelo para que me limpiase la boca—. En todo caso la sala de trabajo de Abel está apartada de la de sus trabajadores, así que estarás bien.