Capítulo 02.

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Presente

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Presente.

—¿Cómo te sientes? —la voz de Scarlett intentó ser baja y calmada, pero a mí me golpeó justo en la cien como si fuese el impacto de una bala.

—Mi cabeza... Me está matando —musité, tocándome el área—. Y los ojos... ¿Por qué me arden tanto?

Me encontraba jodidamente hipersensible, cada uno de mis sentidos básicos estaba alterado a punto de ebullición. Escuchaba, olía, veía y saboreaba como jamás había podido antes.

—Es completamente normal —Evelyn intentó tranquilizarme—, tus sentidos incrementaron al máximo de tu capacidad y no se regularán hasta que completes la transición.

—Ugh... —El quejido salió de mi boca de manera involuntaria.

Esa era en realidad la parte que me consternaba de todo esto, el tener que ser... Prácticamente caníbal, me revolvía el estómago a niveles estratosféricos.

—Te prometo que el olor y el sabor de la sangre cambian cuando eres vampiro —dijo Evelyn.

—Sí, es diferente para los humanos, pero para nosotros, biológicamente se altera esa percepción de que es asqueroso, una vez que la pruebes lo entenderás.

Yo no estaba muy convencida de eso, pero les creí. En esta nueva etapa de mi vida iba a intentar mantener la mente abierta y dejar los prejuicios que como humana tenía naturalmente encriptados en mi mente.

—Está bien —suspiré—, hagamos... Hagamos la transición, no quiero tener que sentirme así de horrible por mucho tiempo.

Las chicas sonrieron y me ayudaron a levantarme, el suelo me dio vueltas cuando mis pies estuvieron sobre el suelo, pero di lo mejor de mí para no devolver el estómago sobre el lujoso suelo de mármol de la sala de la mansión.

Las chicas me condujeron por los pasillos hacia el patio exterior que conectaba con el granero donde estaba La Reserva, el cual básicamente era el comedor comunitario para los vampiros Stonem. Allí estaban los donantes de sangre humana.

Algunos iban allí voluntariamente, alimentaban a la especie y luego estos los hipnotizaban para no revelar nada de nuestra realidad al mundo mortal. Según me contaron era una acuerdo consensuado a cambio de dinero o manutención, los vampiros eran prácticamente millonarios así que era un trato justo.

Pero también había presas, esos eran humanos usados únicamente como sacrificio. A los donantes se les sacaba pocos litros de sangre, y siempre se les dejaba vivos, pero con las presas cada vampiro podía darse el gusto de beber hasta la última gota de sangre.

La mayoría de ellos eran la escoria humana, violadores, pedófilos, maltratadores animales, cazadores de vampiros, reclusos condenados a muerte o entre otras personas a las que su muerte le hacía un bien al mundo.

Corazón Resiliente #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora