7. Distinciones

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En el horizonte se apreciaba un latente cambio de estación poco a poco el otoño se acercaba, llevándose el caluroso verano. Halloween se veia a lo lejos, todo el ambiente se sentía escalofriantemente... ¿confuso?

-¡Es hoy! ¡Por Godric! ¡Es hoy!

James Potter se levanto como resorte, como si un rayo le ubiera impactado, poco creíble ya que por suerte se encontraba en las mazmorras, ¿no?

-¡¿Quieres callarte?! -dijo uno de los tres huéspedes que habitaban el lugar, lanzándole su pantunfla - ¿Y cómo que Godric? Aquí es Salazar inmundo animal.

-Callate o te prometo que sabrás lo que es ser maldecido Potter. -Amenazo Audrew quien era el encargado de la habitación.

-No es tan temprano, no se quejen.

Eran la 7 am, un domingo donde si se plantean las actividades que han tenido, en realidad, si discutían sobre la perdida de dignidad en la clase de vuelo. Potter no tendría la osadía de estar fastidiando.

-Ni por qué Malfoy te acomodo el chasis te la piensas para descansar, es domingo necio -le aventó la otra pantufla. 

-Otra palabra y estarás durmiendo en la sala común a partir de mañana. Sobre aviso no hay engaño James William Potter.

Audrew le sostuvo la mirada hasta que volvió a bostezar, fue cuando se voltio y se tapo con el edredón para reconciliar su sueño.

Un detalle más para agregar a su lista, en Gryfflindor sería diferente. De eso estaba seguro. ¿Él? ¿Tener cualidades para esta casa? Por Godric que no.

[ . . . ]

En la habitación de Severus la tranquilidad no era una descripción tan correcta.

Uno de sus compañeros estaba haciendo los debes para el día de mañana, se encontraba retrasado y todo él decía no molestes.

Y el otro roncaba peor que su padre ebrio.  

Sólo pedía poder dormir, pacíficamente.

Fue así que terminó en la sala común, cómodo en un sillón de dos personas, calentito por su frazada y las gentiles luces que se asomaban por los ventanales del lago negro.

[ . . . ]

James estaba indignado, no podía quejarse como el quisiera. Prefirió salir y distraerse con algo. No sabía con qué, pero esperaba encontrar algo mejor que estar dando vueltas en su cama.

Los primeros días no le encontraba sentido a la ubicación de los cuartos por años, hasta que se dio cuenta que era una madriguera, no de conejos, es obvio. Es gracioso como querían despistar al distraído. Y que humillante por qué varias veces entro a las habitaciones equivocadas, por suerte no había encontrado el ala opuesta.

Al llegar a la sala común consideró salir pero inmediatamente lo tacho. No quería enfrentarse aún a una posible carta vociferadora.

Sus pantunflas sonaban al ser arrastradas por sus pies flojos, vio un rato los ventanales donde no vio ninguna novedad que logrará distraerlo. Ojeo un par de libros que dejaron los de 5° y nuevamente perdió el interés, estaba por intentar hablar con algún recuadro pero estos seguían dormidos.

Perfecto, simplemente perfecto.

Un suspiro se escucho y del susto un salto dio, se quedó mudo. No quería voltear y ¿si era su Jefe de casa o un prefecto? Y de nuevo un sonido lo alertó.

Ámbar - JeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora