Chapter 6

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Observé mi aspecto en el espejo. Tenía unas ojeras enormes debajo de mis ojos de tonos violáceos, había pasado toda la noche haciendo ese condenado pergamino. Mis manos estaban entumecidas, y las yemas de mis dedos llenas de ampollas debido a la fricción entre la pluma y mi mano.

Las indicaciones y los horarios del torneo nunca llegaron a mi puerta, así que solo logré confirmar que Draco Malfoy era todo un charlatán.

Salí de la habitación que compartía con las chicas de camino al baño para arreglarme, e ir a la primera clase de hoy. A duras penas era miércoles, y ya anhelaba que la semana llegara a su fin.

Pociones era mi primera clase del día, pero antes tenía que pasar por la biblioteca y retirar los libros de este mes.

—¿Lo has visto? Ese hombre es perfecto—escuché a Medora decir mientras caminaba con tranquilidad por los pasillos.

Catherine y Medora caminaban en la misma dirección que la mía.

No quise prestar demasiada atención a sus conversaciones, que a mi parecer eran bastante vacías cada vez que tenía el infortunio de oírlas hablar.

—Es como si ser joven por siempre estuviera patentado en su familia. No puedo creer que Draco Malfoy siquiera desee estar entre nosotros.

En cuanto oí el nombre de aquel mago como si alabaran a un dios me hizo sentir algo de desagrado.

Llegué a la biblioteca con premura, localizando los libros de pociones en los últimos estantes caminé hacia allí, tomando ambos.

Luego de informarle a la bibliotecaria salí de la estancia examinando a cada uno de los libros, esperando no haberme equivocado. Por mala suerte, sentí como mi cuerpo chocaba con otro haciéndome tropezar hacia atrás. 

Scorpious Malfoy.

—L-lo siento—susurró extendiéndome su mano.

Recogí mis libros del suelo, y la acepté. 

—No te preocupes. Venía algo distraída. —musité, le sostuve la mirada y vi como examinaba mis ojeras.

—¿Mala noche?

—De hecho, fue un ensayo de tres mil palabras sobre las maldiciones imperdonables, cortesía de la cátedra de DCAO.

—Lo siento tanto...

—No es necesario, de hecho, lo terminé hace unas horas y estaba buscando al señor Malfoy para entregárselo.

—Puedo acompañarte, es posible que esté en su oficina justo ahora.

—Gracias, pero iré rápido, justo ahora tengo pociones y perderé mucho tiempo.

—Entiendo—musitó. Asentí con la cabeza y me di la vuelta para ir en busca de su padre—. Oye, Zafira...

—¿Sí?

—Sé que mi familia y yo no te caemos bien, pero espero poder cambiar eso en algún momento.

—Es a tu padre quien me cuesta tolerar justo ahora, tú solo eres algo colateral; no es personal. —respondí sincera.

—Entonces, ¿Podemos intentar ser amigos?—preguntó esperanzado.

—Podríamos intentar comenzar a saludarnos en el comedor y en el salón. —propuse.

«Ser amigos era algo exagerado»

—Hecho—extendió su mano para estrecharla con la mía.

Me despedí del menor de los Malfoy y comencé en búsqueda del profesor que me había hecho sacrificar 12 horas de sueño.

Miré mi reloj de muñeca, observando que eran las 7 en punto. Llegué a la oficina de Draco Malfoy, mientras sopesaba en si tocar la puerta y entregarle el pergamino, o meterlo bajo su puerta para no tener que mirar su rostro.

Levanté mi puño para tocar la puerta, mientras solté un suspiro. Antes de que mis nudillos llegaran a la madera, esta había sido abierta chocando mi mirada con el pecho del profesor.

—Señorita Zafira. —inquirió con tono confundido.

El olor a menta y manzanas llenó completamente mis fosas nasales.

—Malfoy, digo, profesor Malfoy. —corregí rápidamente, no deseaba otro ensayo.

—¿Qué la trae por aquí? a las... —miró su reloj de bolsillo—. ¿7 a.m?

—Vengo a entregarle esto. —saqué el pergamino del interior de mi toga—. Y a recordarle sobre los horarios.

—Agradezco su puntualidad—tomó el pergamino, rozando la yema de sus dedos contra el dorso de mi mano, un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo debido a la frialdad que emanaban sus manos—. Y con respecto a los horarios, los envié a su torre ayer mismo, debería revisar su correspondencia.

Yo estaba segura que no había absolutamente nada en mi correspondencia que tuviera el nombre de Draco Malfoy.

«—De igual forma tendremos prácticas los días que no nos veamos en clases.

Prefería ser torturada con un crucio que tener que verlo todos los días. Estuve a punto de refutar, pero las palabras de Mcgonagall resonaron en mi cabeza; esto me beneficiaría al final del año.

—¿Quiere decir que hoy tendríamos práctica?

—Tómese la molestia de leer su correspondencia, señorita Wolf. Pero sí, hoy tendría que ir a la sala de menesteres, a las 14 horas.

Fruncí el ceño algo irritada, yo estaba segura que nada había llegado para mí anoche, y mucho menos esta mañana.

—Está bien allí estaré. Hasta luego, profesor. —me despedí rápidamente sin darle ni un instante para responder.

Aún me costaba llamar a Malfoy de forma cortés, o amable. Era como si tuviera que masticar mi orgullo, y tener que tragármelo sin herir mi garganta por completo.

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¡𝙉𝙤 𝙤𝙡𝙫𝙞𝙙𝙚𝙣 𝙙𝙚 𝙫𝙤𝙩𝙖𝙧 𝙮 𝙘𝙤𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖𝙧, 𝙚𝙨𝙤 𝙖𝙮𝙪𝙙𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝙢𝙪𝙘𝙝𝙞́𝙨𝙞𝙢𝙤 𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙝𝙞𝙨𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖! 🫰🏻🥹

Unholy || Mr. MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora