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El viaje de regreso al territorio Kim fue más largo e incómodo a comparación con el anterior recorrido, su alfa se sentía inquieto en su interior; molesto por la forma en que las cosas estaban sucediendo.

Los más felices de todos eran sus padres quienes desde temprano prepararon todo lo necesario para la ocasión, incluido su hermano lucía más tranquilo y relajado, una carga menos de sus hombros.

Menos estresado por el trato al que llegaron con la familia Kim, una dote importante recibieron sus padres por deshacerse de él.

Dinero que sabía era necesario para mantener a los miembros de su familia, lo comprendía totalmente, pero su orgullo estaba herido, prácticamente la familia Kim compro su tiempo y cuerpo para su merced, el dar hijos que no llevarán su apellido ni mucho menos sabía si los podría conocer, eran tantas cosas dentro de su cabeza con la incertidumbre de su destino que los nervios y la furia incrementan poco a poco.

El saber que utomáticamente sus dueños eran los padres del Omega, incluido el Omega podría hacer y deshacer lo que deseará con él y no tendría voz ni participación dentro de las decisiones que tomarán para él.

La llegada a la casa Kim se sintió como un aniquilante golpe de realidad y opresión, una cárcel de la que poco sabía si algún día lograría salir, si existía la posibilidad de que pudiera tener algo de su propiedad o sí su casta sería respetada. No era un Omega pobre o necesitado, pero se sentía como uno, un alfa comprado para dar hijos a una familia importante y posicionada no era algo de lo que debía presumir a grandes voces.

Su ego machacado, aplastado por la desición de sus padres y de la familia Kim.

— Señor Min, por aquí.— siguió a la mujer beta frente a él apenas llegó a la casa y fue recibido por un par de mujeres. Las siguió sin oponerse a ello, incluso si deseaba revelarse no podía, no debía incluso pensar en dejar mal a su familia aunque deseará no estar allí.

La casa era enorme, mucho más grande que la suya por mucho y más de lo que se veía a simple vista desde afuera, paredes blancas y largas, prácticamente sin algún mueble o decoración dentro de la misma, quizás razón, por la que se veía espaciosa y grande.

Le pareció extraño que su llegada fuera por una puerta diferente a la anterior visita, y que además a la altura de su cintura; un poco más arriba, se encontrará lo que parecía ser un tubo colocado en la pared horizontalmente a lo largo de todas las paredes y pasillos.

Nulas habitaciones a los lados, ni muebles con jarrones decorativos, tampoco cuadros como la mayoría de familias tenían en sus paredes. Incluido el silencio era incómodo y demasiado silencioso apesar de que en alguna otra parte se estaban llevando a cabo los últimos arreglos para la ceremonia.

— Podrá alistarse en esta habitación, si necesita algo toque la campana de la esquina y vendré inmediatamente.— informo la mujer haciendo una reverencia para alejarse rápidamente sin permitirle decir "gracias" o un "está bien".

Inspeccionó la habitación con cuidado esperando ver algo extraño o raro dentro de la misma pero se vio encontrando nada, no era una habitación, más bien era una sala con dos sillones con una mesa de madera al centro con vista a un espacioso jardín; pinos en su mayoría, pasto y unas cuantas macetas de flores a las orillas.

La iluminación era perfecta para cualquier hora en que se quisiera descansar y disfrutar de una cómodo y pacífica comida, un desayuno ameno e incluso una cena íntima, al igual que el pasillo y los demás espacios se encontraba vacío, sin cuartos, arreglos y otros muebles. Nada.

Era extraño que mo hubiera otro tipo de muebles o decoraciones dentro de esa parte de la casa. Quizás se estaba remodelando, debía ser así.

Dejó el único baúl que traía consigo sobre la mesa de madera, suspiró pesadamente antes de atreverse a abrirla.

Necesito todas sus fuerzas para a treverse abrir el baúl y sacar el traje de novio que estos usando en cuestión de minutos, un traje blanco sin decoración alguna en el, un par de zapatos nuevos para la ocasión y su corbata.

La ceremonia iniciaba antes del medio día por que debía darse prisa, el estar listo antes que el Omega era primordial y buen ejemplo de educación.

Se alistó sin mucho ánimos pensando en la gran responsabilidad que le tocó vivir, la razón por la que aparearse y dar hijos a los Kim, invertir los papeles y ser el acompañante perfecto de su futuro esposo, quien de el sabía absolutamente nada.

La única oportunidad que tuvo de conocerse no fue lo suficientemente basta para saber cómo realmente era, a simple vista era muy atractivo, sus facciones eran suaves y delicadas, su piel ligeramente pálida a comparación del dorado de su cabello, un porte que denotaba superioridad y poca humildad, con la espalda siempre recta y sin dirigirle la mirada, en ningún momento le miró a la cara apesar de que trato de ser lo más suave y amigable posible, su comportamiento cerrado y apático restaba mucho a su cara bonita.

Parecía ser que el tema del matrimonio se complicaría si el Omega se comportaba de manera altanera y poco amable con él, ¿Qué era lo que podía esperar de un Omega de familia rica y con estatus importante de las grandes manadas?

La soberbia era quizás la razón por la que le compraron un esposo, su aroma incluido era más fuerte que el de cualquier otro Omega que hubiese conocido, fuerte y territorial que, seguramente, terminaría causando problemas entre ambos.

Ajusto las solapas del traje frente al cristal de la ventana observando su figura traslúcida, el traje le quedó bien apesar de que lo adquirieron de alguna hora, no era muy caro ni tampoco denotaba que no tenían dinero para costearse uno mejor.
Podía asegurar que las miradas estarían en el Omega en todo momento, sería el centro de atención por ser el Omega primogénito de la familia Kim, y su establecido estatus y poder dentro de los clanes.

— Señor Min, disculpe la interrupción pero los señores Kim quieren verlo.— anuncio la misma mujer de antes desde la puerta. Lucia apurada.

— ¿Voy en su encuentro? — preguntó al no ver qué entrarán a la habitación que le asignaron.

— Si, sigame. Lo están esperando en su despacho.

Asintió con un ligero movimiento de cabeza antes de seguir a la mujer mayor, yendo al lugar donde pondrían las reglas sobre la mesa, donde tomarían el rumbo de su vida a gusto y merced de la los Kim.

Luceros vacios 💜 YoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora