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El silencio cauteloso llena sus sentidos auditivos sin atreverse a esforzarse en escuchar lo qué sucede al final del pasillo.

La fiesta terminó hacía apenas unos minutos siendo arrastrado a ese lado de la propiedad Kim, una área que desconocía y que fue preparada especialmente para ese momento o que era parte de la edificación de la familia.

Espera impaciente a qué le indiquen el siguiente paso o a dónde debe ir cuando llegue al final del pasillo, apenas le dijeron que debe tomar su lugar para iniciar con el recorrido a la alcoba donde pasarán la noche; ninguna explicación demás, haciendo que sea molesto el alargar una situación que ya es por sí misma difícil de aceptarla.

Aumentando su nerviosismo e incomodidad por lo acontecido.

Tiene nervios recorriendo su sistema al concluir que desconoce que es lo que sucederá después de ese recorrido, y si es que realmente sucederá algo en esa alcoba, el Omega Kim parece ser alguien complicado de entender y soportar por lo que ciertamente está cansado para tener que aguantar sus caprichos y berinches llegado el momento decisivo.

—Continúe con el recorrido y espere al novio al final del pasillo. — indica una de las sirvientas que llegó a su lado con paso apresurado pero suave apesar de su edad.

Le molestaba tener que aguantar más protocolos de los que ya había tenido, era más que suficiente, simplemente quería descansar. Aún más molesto por la forma en que lo apresuraron para salir del salón para encontrarse con su "esposo".

Ni siquiera le dieron la oportunidad de despedirse de su familia antes de que partieran a sus tierras esa misma noche, ni siquiera le permitieron hablar con Namjoon para pedir un consejo; quien era el que tenía más experiencia –de los dos – al mantener una relación de años y a quien pudiera pedirle un consejo.

Avanza resignado sabiendo que debía cumplir con su deber de esposo, obligado, a la deriva de las decisiones o imposiciones del Omega, más que nada por la familia del Omega dado que es fueron los que  estipularon que si o sí debían unirse esa noche y si se podía dejarlo preñado, fue parte del contrato que le hicieron firmar.

Mientras avanza siente que el pasillo se hace más largo, el ruido de sus zapatos es su única compañía y el culpable de la incertidumbre que se apodera de él.

Al final del pasillo dos mujeres de aparecía delgada y joven esperan con las puertas abiertas en la entrega a la habitación nupcial.

Detiene sus pasos al notar la presencia del Omega llegar a su lado, sabe que es el momento y es su deber hacerlo.

— ¿Entramos? — cuestiona después largos segundos en los que no se atrevieron hablar.

— Si. — el susurro es suave y calmado aligerando la incomodidad que se respira en el aire.

Extiende su brazo esperando que lo tome pero no sucede como le hubiese gustado que pasará dado que el inesperado y rápido movimiento del Omega llega antes que suyo, instandolo a tomar el brazo contrario.

Al entrar a la alcoba el ambiente es distinto; percibe el aroma a lavanda del Omega más fuerte de lo que antes lo había hecho, desconoce que emoción o sentimiento emite el Omega pero percibe que lo que está sintiendo en éste momento es miedo y nerviosismo, con un toque de algo más pero que no logra descifrar.

Las puertas fueron cerradas a sus espaldas dejando un silencio incómodo, la habitación también se encuentra media vacía; una cama grande en medio de la alcoba con un dosel adornandola. Un par de muebles en las orillas sin algún otro objeto, un sofá pequeño para dos personas y una pequeña mesa adornada con un florero con flores blancas; el mismo tipo de flor que adorno la ceremonia y la fiesta.

Luceros vacios 💜 YoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora