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Aunque no lo deseará debía cumplir con la obligación e imposición que le fue ordenada hacer.

No se sentía bien con ello pero era la única forma de evitar algún problema con su familia y el contrato que se vio obligado a firmar.

El cansancio era evidente en su cuerpo pero ver al Omega allí, recostado en la cama dispuesto a lo que debía suceder esa noche provocó una sensación de obligatoriedad con él y con el compromiso al que se vio apresado.

El frío de la habitación estremecía al Omega apesar de la ropa que aún conservaba en su cuerpo.

Verlo desde esa posición dejaba ver mucho más la vulnerabilidad que lo abriga, su cuerpo se hace más pequeño en la inmensa cama que arrullaran sus sueños de ahora en adelante.

Con las palmas de sus manos sobre su estómago y la mirada en el techo esperando el siguiente paso provenir de él, entregado a él.

No estuvo dentro de sus planes casarse siendo tan joven, mucho menos el aparearse completamente con alguien.

Los hijos que no eran primogénitos no formaban un vínculo eterno con sus parejas, no existía el apareamiento con mordida para toda la vida.

Su hermano lo hizo; se acopló eternamente con su esposa, como marca la tradición, sin en cambio, en su situación, el apareamiento completo no fue opción; no tuvo la educación completa al respecto.

Sabía todo lo que debía hacer para ese momento pero no fue preparado mentalmente para ello, no estaba mentalizado para tomar un compañero para toda la vida y que la familia del Omega lo haya comprado para darles herederos.

¿Si se apareaba con él esa noche no habría represalias futuras?

¿Qué iba a suceder con él una vez que embarazará al Omega y ya no fuera requerido para la familia Kim?

¿Respetarían las reglas que marca el apareamiento completo o sería desechado apenas cumpliera con lo pactado?

— ¿Quieres que sigamos con esto? — interroga después de largos minutos sin atreverse a moverse de su lugar ni de emitir palabra alguna.

El cuerpo del Omega brinca del susto al escuchar su voz pero recompone su postura de inmediato.

Su aroma a lavanda se hace más pesado en el interior de la habitación, intenso, dejando ver su nerviosismo y miedo ante la situación, quizás también por su presencia.

— S–si, ¿Acaso n-no soy lo suficiente para complacerlo está noche, esposo? — lo mirá recomponerse sobre la cama, con la espalda recta y la confusión en su mirada.

— Yo no dije eso. Escucha. — suspira con pesadez sabiendo que decir algo más o de una forma directa podría causar un malentendido muy grande entre el Omega y él.

Un problema que quizás agrave su relación y la de sus familias.

— Haré lo posible para que no sea doloroso, la marca va a dolor.— informa sabiendo que eso puedo asustar al Omega.

Que puede ser contraproducente para cuándo llegue el momento del acoplamiento.

— Está bien.— El Omega susurra recostandose nuevamente en la cama, haciendo que su pecho suba y baje con el son de sus respiraciones.

Respira con profundidad dándose valor para dar el siguiente paso.

Los botones de su saco van abriendo paso a la camisa blanca que cubre su cuerpo; se desabrocha el pantalón y prosigue a sacarlo al igual que su ropa interior, quedando completamente desnudo.

Luceros vacios 💜 YoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora