Después de varios embarazos muy dolorosos para la familia Targaryen, el Rey Viserys anuncia que su esposa, la Reina Aemma, está embarazada nuevamente. Los sueños de Viserys indican que tendrá su tan ansiado heredero.
Luego de 7 lunas, la Reina empie...
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ALICENT GIRA SOBRE SU PROPIO EJE Y sonríe notando como el brillo de su vestido se nota mucho más. Su sonrisa se hace más grande cuando nota como su padre se seca las pocas lagrimas de felicidad.
—Te ves hermosa, tal como una reina.
—Tendré el título de princesa, padre. Y por el bien del Rey Viserys espero tenerlo por un buen tiempo —recuerda Alicent.
—Cuando llegue la noche y tengas que consumar tú matrimonio con el príncipe, asegúrate de hacerlo varias veces y halágalo sobre su hombría.
—¿A qué te refieres, padre? —Alicent toma asiento y agarra un poco de té que le trajo su padre.
—¿Sabes cómo se hace el acto?
—La septa me hablo un poco de eso ayer, pero dijo que no me preocupará porque mi esposo me dirá que hacer y que debo hacer caso.
El té está bastante agridulce, se siente el sabor del jugo de naranja, pero también siente un poco de albahaca. Probablemente es un té relajante.
Otto abre el libro que había traído, un libro con ilustraciones que si una mujer es pillada observando arruinaría su reputación. Alicent abre los ojos sorprendida al ver cómo hay hombres y mujeres dibujados en diferentes posiciones.
—No le debes decir a nadie sobre este libro, Alicent. ¿De acuerdo?
—De acuerdo, padre. ¿Para qué es esto?
—De esta manera es como se realiza el acto —muestra una imagen —Te dejaré este libro para que lo estudies y lo vendré a buscar en un momento, asegúrate de aprender.
***
Aelyx sonríe para los invitados a la boda, el festín está por comenzar y su ahora segunda esposa está sentada a un lado de él, y a su otro lado está su padre y a un lado de está su mano.
El trono de hierro está opaco y sucio, Daemon noto eso, como si nunca lo hubieran limpiado. Se acerco de manera disimulada pasando dos dedos por el filo de las espadas, pero no sale nada de polvo, ni siquiera hay filo.
—¿Qué haces, tío? —pregunta en alto valyrio Rhaenyra.
—Pensando en que una de estas espadas atraviese mi pecho antes de tener que ver la sonrisa de Otto Hightower crecer más —responde.
Ni siquiera los recién casados estaban tan feliz como lo está la mano del Rey, quien insiste a su hija con la mirada que pase a consumar el matrimonio con su esposo.
