Capítulo 13: la debilidad de un padre.

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La lluvia caía incesante sobre la ciudad, aumentando la sensación lúgubre y desolada en el pecho de Kakashi. Cada día que pasaba sin rastros de Naruto era una tortura, una herida sangrante carcomiéndolo por dentro.

Ya habían pasado tres interminables semanas desde que su hijo desapareció después de la escuela. Kakashi había volcado todos los recursos de la policía en su búsqueda, trabajando día y noche sin descanso, ignorando las advertencias sobre no involucrarse demasiado por ser familiar directo. Pero no podía detenerse, no cuando la vida de lo más preciado que tenía pendía de un hilo.

Las pistas eran casi nulas, apenas pequeños indicios de que los llevaban a callesjones sin salida: imágenes borrosas de cámaras de seguridad, testigos dudosos que juraban haberlo visto subirse a una camioneta negra, posibles avistamientos en lugares abandonados a las afueras de la ciudad. Nada concreto, nada que acercara a Kakashi a encontrar a su hijo.

Estaba sentado en la sala de su casa, rodeado de pizarras con fotos, mapas y anotaciones, los ojos enrojecidos por el insomnio y la desesperanza. No podía descansar, no mientras cada hora que pasaba disminuía las probabilidades de encontrar a Naruto con vida.

De pronto, sonó el teléfono, sobresaltándolo. Contestó al instante, la voz ronca por la falta de uso.

—¿Diga?

—Kakashi... tenemos un video... debes verlo —era Asuma, y ​​el tono grave de su voz hizo que la sangre de Kakashi se helara.

Media hora después estaba en una sala de la central de policía, rodeada de sus colegas. Todos tenían un semblante acostumbrado y preocupado. Le pasó una computadora portátil con un archivo de video cargándose.

El video mostraba una pequeña habitación apenas iluminada, con paredes de ladrillo descascarado y una pequeña ventana en lo alto. Un catre mugriento era el único mobiliario, y sobre él... sobre él estaba Naruto.

Kakashi sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Su hijo estaba visiblemente más delgado, su ropa rasgada y sucia, el cabello apelmazado cubriéndole parte del rostro. Se veía herido, magulladuras en sus brazos y un ojo morado e hinchado. Pero estaba vivo, estaba vivo.

De pronto una voz distorsionada se escuchó de fondo, fuera de cámara, haciendo que Naruto levantara la vista con expresión aterrorizada.

—Es hora de enviar un mensaje a papi policía, mocoso. Sonríe.

Acto seguido, una figura encapuchada y con una máscara grotesca entró al encuadre blandiendo un cuchillo. Tomó a Naruto bruscamente del cabello, emitiendo el niño un grito de dolor que desgarró el alma de Kakashi.

Kakashi apretó los puños sin apartar la mirada, obligándose a ver lo que no había logrado evitar. 

El sujeto se acercó a la cuchilla al rostro de Naruto, quien sollozaba mientras suplicaba que se detuvieran. De pronto, la grabación se cortó, dejando la pantalla en negro.

Kakashi estaba lívido, con la respiración alterada y todo el cuerpo temblando incontrolablemente. Se desplomó sobre una silla, incapaz de procesar lo que acababa de presenciar.

—Malditos... malditos desgraciados... —mascullaba Asuma a su lado, también impactado por la cruel escena.

Uno de sus colegas se aclaró la garganta y habló con voz queda.

—Encontramos este video en la entrada de la estación hace media hora, junto con una nota de rescate. Exigen que liberes a cinco prisioneros de alta peligrosidad que tenemos bajo custodia, o de lo contrario...

No terminó la frase, pero no hacía falta. La amenaza implícita estaba clara como el agua. Si Kakashi no accedía a las demandas, Naruto pagaría el precio.

Tú y yo, contra el mundo 「au」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora