Tú y yo, contra el mundo 「au」

Capítulo 8: Están aquí.

Después de numerosas noches en vela, donde los pañales y las risas incontenibles del bebé a su cargo se convirtieron en la norma, y tras correr agitado por su hogar en busca del chupete que apaciguara los llantos de la medianoche, llegó el día de despedirse de su padre en medio de una lluviosa jornada.

Las lágrimas que brotaban de sus ojos se entrelazaban con las gotas de lluvia, como si pudiesen revelar lo que sus emociones excedían en palabras. Las palabras de los discursos resaltaban todas las virtudes de Minato y Kushina, y cada elogio se convertía en una puñalada en el corazón de Kakashi.

Por otro lado, estaba el terror de que algo pudiera pasarle a Naruto. Lo sostenía con fuerza, como si eso pudiera protegerlo de cualquier mal que pudiera acechar. La vulnerabilidad de Naruto, un bebé indefenso que había perdido a sus padres, se sumaba a la vulnerabilidad de Kakashi, quien se sentía impotente ante el dolor y la amenaza que se cernía sobre ellos. Rodeado por aquellos que habían sido sus amigos y colegas, sosteniendo en brazos al pequeño de cabello rubio que pertenecía a otra persona, no lograba comprender del todo la magnitud de lo que acontecía a su alrededor.

Perder a ambos, dejaba una herida que parecía insuperable. No había sacrificio que no hubiera realizado por ellos mientras estaban con vida, cumpliendo con las expectativas que depositaron en su crecimiento. Después de todo, seguía siendo un niño en muchos aspectos, pero ahora, como un hombre, debía encargarse de una vida adicional.

Con un gesto de cercanía, Kakashi envolvió a Naruto en un abrazo reconfortante, como un escudo humano contra las amenazas que se escondían en la penumbra. Sus dedos presionaron con delicadeza, transmitiendo la necesidad instintiva de protegerlo de cualquier peligro que acechase en la negrura circundante. En su interior, las emociones se mezclaban en una sinfonía tumultuosa: la tristeza resonaba en cada latido, mientras que la rabia ardía en sus venas. Consciente de que "Animals" seguía agazapado más allá de la seguridad percibida, como un depredador al acecho en la oscuridad insaciable, estaba decidido a evitar que causara más estragos.

Ante los ojos de los demás, su apariencia probablemente evocaría lástima. Sus oídos capturaban los susurros que tejían su historia pasada, pintando un cuadro de declive imparable. Un sector de la multitud observaba al pequeño con esa mezcla de conmiseración, como si vislumbraran las sombras que se ciernen sobre su porvenir o contaran los latidos limitados de su existencia.

¿Qué ideas absurdas rondaban las mentes de aquellos insensatos? Se preguntó en silencio, resistiendo la tentación de clavar su mirada en ellos. Una oleada de enojo crecía en su interior, deseando poder darles un golpe de realidad merecido. Incluso aunque Naruto no lograra entender la complejidad de la situación, permanecía a su lado, y eso era lo que verdaderamente importaba.

—No le prestes atención —escuchó a su costado mientras Hiruzen se interponía, actuando como un escudo contra la lluvia, impidiendo que quedara completamente empapado. Afortunadamente, Naruto estaba envuelto en su cobija, un bebé saludable y robusto a punto de cumplir seis meses—. Deberías haber considerado contratar a una niñera.

—No confío en dejarlo con nadie —respondió, su tono firme.

Hiruzen soltó un suspiro resignado; Ese aspecto también lo comprendía—. Entonces, si deseas seguir velando por él, procura no enfermarte en el intento —añadió, aunque Kakashi no movió sus ojos hacia el líder, sino que los permaneció fijos en los ojos azules y llenos de curiosidad del pequeño en sus brazos—. Tiene algo de Minato en él.

—Quiero creer en eso... —una risa nostálgica escapó de Kakashi—. Pero Kushina también ha dejado una huella profunda en él —agregó con un dejo de melancolía—. Será todo un desastre cuando crezca.