Canciones a media noche

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Ryan se ha molestado por segunda vez porque nos han interrumpido..., de nuevo. Y realmente no sé qué esperaba, si era obvio que no podríamos hacer algo con nuestros amigos aquí.

Su enfado no dura mucho. No con Roland y Richard a su lado, hablando de algo que lo tiene riendo. Definitivamente, ese es mi sonido favorito ahora, y si no fuera porque estoy en el jacuzzi, lo capturaría con el móvil.

—Ya no necesitamos más agua, Lía.

Mis pensamientos son interrumpidos por la voz de Kat. Me giro para verla, descubriendo que todos mis amigos me estaban viendo de una forma tan... ¿tierna?

—¿A qué te refieres, Kat?

—A que estás babeando mucho —Susurra, pero los demás la han escuchado y se han echado a reír.

Los miro de mal modo.

—Y pensar que juraste que te alejarías de él —Suspira Tina—. Me alegra mucho que no sucediera.

Bajo inconscientemente la cabeza, porque no sé si esto sea lo correcto. No sé si debería estar aquí, comportándome así con él. Pero entonces vuelvo a dirigir mi vista hacia donde esta, sintiendo esas cosquillas en mi vientre. Siento como una felicidad me invade. No recuerdo sentirme así, al menos no en un buen tiempo.

—¡Ya están las hamburguesas! —grita Roland.  Mis amigos salen despavoridos mientras yo me quedo pensando en lo que siento y en la sensación de miedo que comienza a unirse a todo lo demás.

¿Debería hablarle a George? ¿Estará ocupado?

Tomo una toalla y me envuelvo en ella. Paso de todos hasta subir a la habitación. Tomo el móvil con las manos temblorosas, y no entiendo por qué. Es temprano aún, así que puede estar disponible.

Suena el primer timbre. Suena el segundo timbre. No contesta.

—Oye... —La voz de Ryan me sobre salta, provocando que estuviera a punto de tirar el móvil—, ¿Qué haces aquí? ¿no quieres comer?

Sonrío a boca cerrada. Y supongo que ha sido un mal gesto para él porque ahora está sobre mí, tomando el rostro con ambas manos. A veces olvido lo tosco que es, pero me gusta tenerlo así de cerca.

—¿Qué es lo que te preocupa?

También olvido que es psicólogo.

—Nada. Solo vine por mi móvil.

—Lía... —Obviamente, sabe que he mentido—, ¿Qué es lo que te preocupa?

Desvío mi mirada hacia sus labios. Después vuelven a esos bellos ojos verdes que me miran con preocupación.

—Tú. Nosotros —Confieso en voz alta—. Tengo un poco de miedo.

Su ceño se frunce, sin comprender del todo lo que he dicho. Minutos después me roba un beso; pero no cualquier beso, sino el beso más lindo, lento y cariñoso que me ha dado en el tiempo que hemos estado juntos. Me he sentido tan especial y solo ha sido un beso.

—No tienes porque tener miedo, Lía. Ya no —Su voz suena tan segura—. Solo dejémonos llevar, te prometo que no te fallare de nuevo. Solo permíteme estar a tú lado.

Su voz, sus palabras, su mirada; todo hace que aumente el cosquilleo en mi vientre. De nuevo tengo esta lucha interna, pero ha bastado otro beso del Bipolar, para terminar de decidirme a llevar por él.

—No habrá una segunda vez, Ryan —Le advierto.

—Lo sé, Lía —Sonríe, y yo siento que mis piernas son gelatina—. No me siento preocupado al respecto.

Bajo las Sábanas [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora