Capítulo especial (+18)

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Narra Ryan:

—Sé qué algo pasa entre ustedes —Musita. Había estado ignorándolo a mi padre desde que salimos del restaurante, pero se está volviendo más detestable conforme pasan los minutos—. ¿Por qué no quieres contarme?

—¿Qué se supone que debería contarte? —Respondo, asegurándome que Mamá Edna continúe en la sala con mi madre—. No está pasando nada entre ella y yo.

Él continúa mirándome así, de una forma acusatoria. No se dará por vencido, lo sé, lo conozco.

—Si, aja —Se burla. Estoy dando mi mejor cara para engañarlo y me sorprende que él no caiga en mis mentiras—. Soy idiota, pero no tanto como crees. Mientras aquellas mujeres están chismeando, yo estoy viéndolos a ustedes.

—¿Y?

Enarca una ceja, inclinando la cabeza.

—Ryan, soy tú padre.

—¿Y?

—Tú y ella tiene algo; algo de interés amoroso —Sigue enarcando una ceja, pero está vez, es de forma graciosa—. Y no está mal, hijo. Solo... no lo ocultes.

Trago saliva, tambaleando en la confianza que me está dando en estos momentos. Pero, sé qué, si le cuento se lo dirá a mi madre, o peor aún, a Mamá Edna. Él no es discreto y difícilmente puede retener información personal de los demás.

—Te aseguro que no pasa nada entre Lía y yo —Insisto.

Media hora después me había cachado con las manos en la cintura de Lía mientras le devoraba la boca. Él estaba perplejo, con los ojos a punto de salirse. Supongo que había logrado convencerlo minutos antes, pero ahora será imposible negarle algo.

Me escondí de él cuando Lía me aseguro de que nos veríamos más tarde. Solo quería pensar en eso y no en mi padre contándoselo todo a mi madre y a Mamá Edna. Poco a poco esos comentarios comenzaron a introducirse al grado de ya no poder pensar en Lía y eso me molestaba mucho.

—¿Podemos hablar? —Inquirí, interrumpiéndolo a mitad de un chisme. Lo sé por su expresión tan rara con la que estaba mirando a mi madre. Y por la forma en la que ellas me están mirando, podría confirmar que él todavía no ha dicho nada—. Será rápido.

Pone mala cara, pero acepta seguirme hasta el patio trasero. Tomo asiento y espero que él haga lo mismo. No es así. Se posa frente a mi con las manos en las caderas, con un semblante molesto en su rostro. Dudo un momento de si está molesto o solo finge estarlo para hacerme sentir peor, pero... Él de verdad está molesto.

—¿Y bien? ¿Seguirás diciéndome que no pasa nada entre ustedes? —Frunzo el ceño, pero no le importa—. Fue por ella que no te casaste ¿cierto? Ella es la razón.

A parto la vista tan pronto como ha terminado de entenderlo todo. Intento decirlo, pero todavía siento algo en mi interior que lo impide. Mi padre toma asiento y me palmea la espalda, animándome a hablar.

—Si —Respondo después de varios minutos—. He estado enamorado de ella desde hace dos años.

Si, lo he dicho. Lo que siento por la puberta va más allá de la atracción, del placer, del cariño. Yo estoy perdidamente enamorado de ella.

—¿DOS AÑOS? —grita, escandalizado. Me encojo de hombros—. ¡Maldito, Fred! Siempre tuvo razón.

—¿Por qué no me la presento antes? ¿Por qué ustedes no me hablaron de ella? —Mi suelta una gran bocanada de aire—. Es extraño que conozca a toda su familia, pero no a ella.

Bajo las Sábanas [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora