Pensamientos oscuros

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—Su hijo es insoportable, señor Maxwell. Créame, no podría tener algo más que una enemistad con él.

Pero el señor Maxwell sabe que miento porque ahora sonríe de forma maliciosa; un gesto que heredo su hijo.

—Vamos a ver si eso es verdad —Insiste, pasando de mí, aún con esa sonrisa triunfante. Vuelvo a tomarme mi tiempo, aunque se que es inútil, pues en cuanto tome asiento, comenzare a deshacerme de los nervios.

Puedo sentir los latidos de mi corazón acelerarse conforme me voy acercando a la mesa, donde mi madre está en una conversación amena con la señora Victoria, Ryan está viendo el menú y su padre lo esta viendo a él.

En cuanto he tomado asiento todos posan sus miradas en mí, como lo había imaginado. Intento no mirarlos de vuelta, centrando mi vista en el mantel con bordes en forma de corazón. Mi vista cae ahora a mi muñeca donde está la venda, y comienzo a sentirme ansiosa, porque frente a mí tengo a las personas que menos deberían saber de mi pequeña travesura.

—¿Qué te paso en la mano? —El Bipolar ni siquiera puede ocultar la preocupación. El señor Maxwell sorbe de su popote, sonriendo como niño travieso.

—Me corte anoche, pero no es grave.

Ryan al igual que mi madre tampoco me cree. Obviamente no. Una cortada en ese lugar es muy peligrosa.

—Está ubicada en una parte peligrosa ¿lo sabías? —Si, eso fue lo que pensé—. Creo que mi madre debería revisarte.

Abro los ojos escandalosamente, aterrada de imaginar que ella sea la primera persona que vea mi "cortada" porque estoy segura de que sería extraño e incomodo ver el nombre de tú hijo tatuado en el brazo de una chica que conociste desde bebé... ¿no?

—Estoy bien, Ryan, gracias por la preocupación —Murmuro. Él sigue mirándome fijamente, como si estuviera molesto. Mi madre y su madre lo notan también, pero prefieren no decir algo—. Tengo hambre ¿podemos ordenar?

Finjo ver el menú, sin hambre, pero con los nervios al tope porque el maldito Bipolar no está disimulando para nada su molestia y preocupación. Tomo bocanadas de aire para después soltarlas fingiendo debatirme entre una lasaña y macarrones con extra-queso.

—No entiendo el menú —Se queja el señor Maxwell, quien por fortuna se ha robado la atención de todos—. Alguien que sea tan amable y me pida una hamburguesa con papas, por favor.

—El menú viene con traducción, papá.

Él arruga la nariz y niega con la cabeza.

—Yo solo quiero una hamburguesa con papas, hijo.

Ryan pone los ojos en blanco y después le echa un vistazo al menú. Aprovecho de que no me esta mirando acusatoriamente para admirarlo. Él luce tan... Bipolar. Como cuando lo arrastre el primer día. Lleva su chaqueta de cuero y una playera blanca debajo. Su cabello esta desordenado, provocándome unas inmensas ganas de enredar mis dedos mientras lo hundo en mi... ¡Mierda, el padre de Ryan me está viendo justo en este momento!

Me está mirando con confusión, al parecer él es el único que no puede leer mi mente y mi rostro... Gracias al cielo.

—Buenas tardes —Un chico alto, delgado, piel bronceada y cabello oscuro como la noche, se ha acercado a tomar la orden. Él realmente no tiene pinta de trabajar aquí, pero lleva impecable el uniforme —. ¿Están listos para ordenar?

Pero el chico, que es algo atractivo y con acento bonito, siento que solo me está mirando a mí, aunque puedo estar equivocada. Miro a mi madre y ella se muestra tan confundida del gesto que tiene el chico hacia mi... Bien, no estoy equivocada.

Bajo las Sábanas [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora