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Sentado frente al escritorio, tecleando en su mac cualquier cosa que se le viniera a la mente. Las notas estaban llenas de todos y cada uno de los pensamientos de Mick. El resplandor del día entraba por la ventana, dandole un cálido sentimiento. Cerró la computadora, suspiró para levantarse de allí, acercarse a la ventana y ver hacia fuera. Veía los automóviles ir y venir por las enormes carreteras, gente caminando por la calle, niños corriendo y cayendo, pero levantandose con gracia del suelo para seguir su camino. Agachó su mirada, visualizó sus manos, llevaba tiempo sin fracturarse, la última vez había sido casi hace unos seis meses, pero los incontables moretones en su piel, rasguños y cicatrices lo seguían cubriendo.

Después de graduarse su familia lo había mandado a internar en un hospital privado, y desde entonces allí era como su hogar, conoció a personas también enfermas, con diferente tipo de enfermedades, pero mantenía su distancia por que no quería sufrir al perderlas. Después de todo dejo de confiar en las personas y de tratar de acercarse cuando perdió a su mejor amigo en un accidente hace casi dos o tres años. Su familia lo visitaba una vez por semana. Pero aún así se sentía solo. Demasiado. Mas cuando Lance falleció, hasta había tratado de suicidarse, sin poder lograrlo pero quedando inconsiente en cama casi dos semanas completas, muy apenas pudieron salvarle la vida y ahora en el hospital lo mantenían con bastante vigilancia por si acaso.

Se colocó sus zapatos para andar en el hospital, para salir de la habitación e ir a la cafetería a almorzar. Mientras caminaba, sentía una que otra mirada, pero ya no para juzgarlo sino porque varias enfermeras lo adoraban hasta el punto de querer atenderlo a cada minuto. Después de todo Mick Schumacher tiene un gran atractivo.

—Mickey -lo saludó justo frente a la puerta de esa habitación uno de los únicos chicos con los que había hablado más tiempo.

Volteó su vista deteniéndose. —Hola Daniel -saludó desde lejos, quería continuar su camino, no quería familiarizarse tanto con el, no cuando sabía que en cualquier momento les podría ocurrir lo peor a cualquiera de los dos.

—Ven, tengo algo que contarte -le sonrió. Mick se quedo quieto por algunos segundos, suspiró para acceder y acercarse. Notó que el mayor tenía como un respirador, semanas atrás había estado sometido en una operación, ahora que lo piensa no lo había visto hasta ese día.

—¿Que es? -preguntó caminando detrás del mas alto para entrar a la habitación.

—Mira -le mostró prácticamente en el rostro su móvil. Mick lo tomó para alejarlo un poco y poder ver bien. En la pantalla del aparato se encontraba la foto de un chico a lo lejos con el cabello castaño claro, sentado en una de las bancas de la cafetería, jugando con un nintendo switch.

—¿Quien es?

Daniel se alzó de brazos. —No lo sé.

—Entonces, ¿porque tienes una foto de el?

—Le pedí a la enfermera que le tomara una foto por mi, ayer lo vi en el almuerzo.

—¿Por que le pediste eso?

—Me gustaría conocerlo.

Mick sintió un toque en su corazón, la palabra conocer no le gustaba para nada, el solo prefería estar solo para no encariñarse con alguien y después salir herido o lastimar a alguien, no necesitaba darle problemas a alguien.

—Seguro le agradarás. -le devolvió el móvil para después ir hacia la puerta e irse.

—¿Vas a comer? -le preguntó Daniel caminando junto a el, mientras arrastraba consigo la maquina que lo ayudaba a respirar.

Mick simplemente asintió.

—Perfecto, justo también iba a hacer lo mismo, ¿puedo unirme?

Volvió a asentir.

Al llegar a la cafeteria, el chico británico que había visto en la foto se acercó de inmediato a los dos, terminó abrazándose a Daniel. Mick no estaba entendiendo lo que ocurría, así que simplemente estaba por alejarse, pero Daniel lo tomó por la mano deteniendolo.

—El es Lando, mi novio, y Lando el es Mickey mi amigo -los presentó.

Mick abrió los ojos de par en par por el asombro que esas palabras le habían causado. Novio, pareja, noviazgo, relación. Una palabra que jamás usaría el, no estando en sus condiciones sin saber en que momento todo terminará para el. El no es tan valiente como Daniel.

Aunque el llevaba muchísimo más tiempo allí en el hospital que Daniel, ya que este había llegado hace apenas un año. Cuando Daniel le contó sobre su enfermedad, no esperó a nada más y al regresar a su habitación lo buscó en internet, se arrepintió de haberlo hecho. La aproximación de tiempo de vida que tienen las personas con la extraña enfermedad FPI era de dos a tres años después del diagnóstico. Nunca debió de conversar con el.

—Mucho gusto Lando -saludó sin más con su expresión de pocos amigos como siempre.

—¿Dani Ricc te causa muchos problemas? -le preguntó mirandolo fijamente. Su mirada era muy brillante.

Mick negó. Sólo quería alejarse, irse lejos y estar solo. No quería relacionarse con nadie.

—Bien, me iré a comer. -estaba por irse nuevamente, pero la voz del mayor lo detuvo.

—Puedes venir a comer con nosotros -le sugirió Daniel. Pero Mick negó.

—No gracias, no me gustaría ser mal tercio, quizás la próxima vez.

Se alejó sin esperar respuesta. Caminó hasta la barra para tomar su bandeja y ponerse en fila.

Al tomar su almuerzo visualizó el lugar, todo estaba ocupado, no había ningún lugar vacío. Así que decidió regresar a su habitación y comer allí. Mientras caminaba a la salida no se fijó en la patineta que se dirigía hacia el, terminó pisándola y cayendo de espaldas golpeando su cabeza contra el suelo mientras toda la comida de la bandeja cayó encima suyo.

Bufó enfadado consigo mismo como siempre.

Pero no se movió, estar allí no era tan mal si tenía los ojos cerrados. Las miradas no faltaron, al abrir los ojos se encontró con una mirada café, se le hacía familiar esa mirada. Abrió los ojos de par en par al notar de quién se trataba. No pudo notarlo desde el primer momento en que lo vio ya que ahora su cabello tenía varias trenzas y lo mantenía recogido, no como antes que lo traía suelto y rizado.

—¿Te encuentras bien? -le preguntó ayudando a levantarlo.

Mick se sentía mareado.

—No es nada. -se llevó la mano a la parte trasera de su cabeza por inercia, y allí fue cuando sintió el líquido. Llevó su mano hacía su vista, al notar la sangre en ella se desmayó al instante. La sangre era algo traumático para el. He allí la razón por la cuál de su reacción.

El británico alcanzó a tomarlo en brazos al momento en que quedó inconsciente y fue fugazmente en cuanto llegó frente a ellos unas enfermeras con una camilla, se lo llevaron en ella y Lewis no pudo ni saludarlo de la forma que debería haber sido ni mucho menos despedirse.

¿Mick lo recordaría aún? Era obvio que no, si jamás compartieron palabra alguna después de lo de ese partido cuando Lewis lo lastimó. Desde entonces se sintió interesado por el, quiso conocerlo, pero le tuvo miedo a lo que ocurriría una vez en cuanto se sintieran mas familiarizados con el contrario.

Hold me; hamick. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora