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Al volver al hospital, pasaron desapercibidos por la recepción hasta la habitación del menor.

—Que descanses Mick -se despidió del mayor dándole un corto beso en la frente. Estaba por alejarse pero el menor le tomó del brazo.

—Quédate conmigo. -pidió el menor.

—Está bien. -el mayor aceptó de inmediato, después de todo la hermosa expresión que el menor le había dado lo hizo no querer irse.

Mick le hizo un espacio al mayor para que se acostara junto a él, este lo hizo al instante. Cabían perfectamente en esa enorme camilla. Unas horas después y de repente todo cambió, de un momento a otro. Charles entró a la habitación. Lo hizo levantarse rápidamente. Lewis veía todo eso en cámara lenta. Se llevaron a Mick frente a sus ojos de emergencia a otro lado. Al verlo alejarse sintió tanto miedo. Después se fijó en la camilla y notó que allí habían rastros de sangre. ¿Que demonios había pasado?

Se dejó caer en el suelo tomándose por las rodillas hasta llevarlas a su pecho y esconderse entre ellas.
—Lewis, no fue buena idea que lo sacaras sin haber pedido permiso antes, se debían tomar medidas preventivas por estos tipos de problemas. -le comentó Charles antes de dejarlo allí solo.

Lloró tanto esa noche, el menor no volvió ni para cuando Lando encontró a Lewis allí tirado en el suelo. Se lo llevó a rastras hacia la habitación de su novio y allí le preguntaron lo que había ocurrido. Pero en realidad no entendía lo que había ocurrido. Todo había salido bien, desde que se fueron hasta que regresaron. ¿Por que ahora ocurría eso?

Lewis no pudo dormir en toda la noche por la preocupación constante que sentía de no poder saber nada acerca de Mick.

A la mañana siguiente lo primero que hizo Lewis al despertar fue salir corriendo hacia la habitación del menor. Cuando estuvo apunto de entrar salió Charles de la habitación.

—No te culpes a ti mismo.

Lewis lo miró con los ojos abiertos de par en par. ¿Que demonios le estaba queriendo decir con eso?

—¿¡Puedo verlo!?

—Al parecer se hizo una cortada hace como tres días en la pierna, y no nos habíamos percatado hasta el día de ayer cuando por su alta temperatura corporal lo notamos y tuvimos que internarlo para ver qué no fuera una infección.

—¿Entonces?

—Mick va a mejorar, solo necesita descansar, te dije todo esto para que no te preocupes demás por el.

Lewis asintió, tranquilizándose un poco al instante.

Al entrar a la habitación el menor se veía un poco más pálido de lo normal, y notó que tenía un vendaje en su pierna izquierda. Se acercó, sentándose en la silla junto a la camilla del menor, estaba durmiendo plácidamente. Haber sabido que el no había sido el culpable del estado del menor lo tranquilizó demasiado, pero aún así seguía preocupado.

Esperaría allí hasta que el menor despertara. Se quedó dormido recargando su cabeza en un lado libre en la camilla.

Cuando el menor despertó, no se removió mucho al ver al mayor, no quería despertarlo así que se quedó allí mismo en su lugar. Viendo con delicadeza al mayor, sin pensarlo dos veces acarició con suavidad la cabeza del británico, enredando sus dedos en su cabello. Lewis lo hacía sentirse de una forma que nunca antes se había sentido. Siempre había imaginado que si su enfermedad no le dejaba sentir dolor, quizás y el tampoco podría sentir sentimientos hacia las personas. Pero su corazón se agitaba y sentía una gran emoción cada que estaba junto al mayor. ¿Acaso estaba enamorado? O, ¿simplemente sería admiración? En realidad no estaba seguro, lo único que sabía era que estar así junto a él lo hacía sentirse completo.

Hold me; hamick. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora