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Ese día Lewis sintió que ya era tiempo para volver al hospital, sabía que no estaba completamente preparado, pero también sabía que ya no podría aguantar más tiempo de estar lejos de Mick. De verdad que lo extrañaba cada vez más. Sentía que estaba perdiendo el tiempo alejado de él.

Se duchó después se vistió, se vio al espejo, notando que había cambiado bastante en unos cuantos meses. Se veía más delgado de lo normal, ya que normalmente tenía un cuerpo bien trabajado. Tenía ojeras muy notorias y sus labios resecos. Se colocó bálsamo para los labios, y decidió llevarse lentes oscuros, aunque parecería un completo raro ya que el cielo estaba completamente nublado. Pero prefería eso a que el menor lo viera tan decaído y demacrado.

Salió de su departamento hacia el estacionamiento subterráneo, condujo hacia el hospital, de una forma segura ya que la lluvia estaba cayendo fuertemente.

Y de pronto se sintió un temblor justo antes de llegar al hospital, cuando estaba entrando al estacionamiento. Fue tan fuerte que pudo notar como partes del enorme hospital caían. Su corazón se sintió oprimido, lo único que pudo pensar en ese momento fue por la vida de Mick. No esperó a que el temblor terminara. Salió corriendo a cómo pudo, tambaleándose de un lado a otro. Escuchando los claxons de la mayoría de automóviles allí. Estaba aturdido, pero eso no le impediría ir a ver a Mick.

Entró al hospital, notando que había sido tan fuerte allí que estaba todo desordenado dentro del lugar, corrían por todos lados niños llorando, y emergencias estaba completamente lleno por toda la gente que había sufrido gravemente heridas por culpa del derrumbe causado por el terremoto.

El ascensor no estaba funcionando, pero eso a él no le importó y subió las escaleras corriendo cuando el temblor cesó.

Al llegar a la habitación del menor la encontró vacía, comenzó a preocuparse mucho más cuando una persona chocó contra si.

Volteó su vista de inmediato encontrándose al médico personal de Mick, se veía preocupado y nervioso.

—¿Donde está Mick? -preguntó de golpe Lewis.

El médico no sabía que hacer ni que decir. El terremoto acaba de pasar, y todavía no podía encontrar al menor, justo iba a buscarlo a la lavandería pequeña de ese piso. No es que haya ignorado la pregunta del menor, solo que no tenía tiempo para responder eso ahora.

Corrió alejándose de él, sintiendo los pasos del chico aproximarse tras de sí. Llegaron al lugar de lavandería, donde habían escombros y todo estaba hecho un desastre. Se acercaron después de mover varios escombros que no les permitían el paso.

—¡Mickey! -gritó el médico esperando una respuesta.

—¡Mick! -Lewis no pudo contenerse y también empezó a llamarlo.

Hasta que el británico vio a lo lejos el brazo sobresalir de alguien debajo de los escombros. Charles se acercó para ayudarle a quitar de encima los escombros. Lewis cubrió su boca al instante en que se percató de quien era. Mientras que Charles se acercó al instante levantándolo en sus brazos para llevárselo rápidamente de allí. Lewis lo siguió de lejos en silencio, no sabía que hacer. Ver el cuerpo del menor tan magullado y de esa forma lo había hecho sentir muchísimo peor que antes. ¿Por que cuando trataba de volver a ser feliz todo salía de esa forma?

Se llevaron al rubio en una camilla para atenderlo rápidamente en emergencias. Lewis ya no pudo seguirlos más. Lo único que podría ser en ese momento sería esperar simplemente. Pero no sería para nada sencillo cuando sabes que la vida de la persona que te gusta corre un grave peligro.

...

—¡Mickey quédate conmigo! -decía el médico mientras corría junto a su camilla para llevarlo hacia el quirófano lo más rápido posible.

Hold me; hamick. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora