Parte 2 | La cabaña

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Erick

—Sí, bueno, no es como que seas un mujeriego, Leo. Estoy seguro que las cosas saldrán bien.

Termino de editar un proyecto mientras hablo con Leonel, pero parece que de la emoción se ha muerto.

—¿Leo?

—¿Y si no le caigo bien?

Dejaré el sarcasmo y las bromas para otro día, sé lo nervioso que está por pasar esta fecha con Danna, honestamente, a mí también me sorprendió, creí que solo eran amigos. Al principio, dos desconocidos, pero todos sabemos que las cosas pueden cambiar y presentarte al amor de tu vida, esperaba que fuera el caso de mi amigo.

—Le gustas —le recuerdo.

—Lo confesamos medio ebrios, creo que eso no cuenta.

—Bien, hoy es una buena fecha para dejarle en claro lo enamorado que estás de ella, bésala debajo del muérdago o yo qué sé.

—No tengo muérdago.

—¿Quieres besarla?

—Sí.

—Entonces consíguelo.

El proyecto en el que trabajo es una presentación, con la oferta de trabajo que me dieron cualquiera diría que acepté de inmediato, pero no fue así, me mostraba renuente con todo esto, pero luego una cosa llevó a la otra y me encontraba haciendo lo que me pedían, solo que aún no decía si lo enviaría o no, tenía que hablarlo con Stella.

—Ya veo que lo romántico solo te sale con tu novia.

—Sí —traté de darle la sonrisa más sincera que pude.

No me gustaba estar tan distanciado de ella y no hablo solo físicamente. Tenemos que hablar cuánto antes, necesito verla para decirle todo lo que está pasando. Pudimos haber hecho una llamada, pero quería ver su reacción, aunque conociera sus gestos de memoria.

—¿Sabe que estás aquí en Clawood?

—No, planeaba sorprenderla, Víctor me dijo que pasará navidad en su casa, iré a verla antes de que anochezca.

—Suerte, amigo.

Sí que la necesitaré.

—Gracias. Suerte con Danna.

—Si me rechaza te llamaré, me da igual que estés en una increíble velada navideña, tienes que responder, ¿de acuerdo?

—Sí, jefe.

—Bien, ¿y las flores?

Escucho que tocan el timbre de la puerta.

—Creo que ya llegaron, pedí dos ramos grandes, te aviso si hay novedades. Feliz navidad, Leo.

—Feliz navidad, Erick.

Cuelgo la llamada y dejo la laptop a un lado, cuando abro la puerta veo a un hombre tratando de lidiar con los ramos.

—Entrega para Erick Bennett.

—Sí, soy yo.

—Te confirmo la orden, un ramo de rosas rojas y uno de girasoles, ¿correcto?

—Sí —lo ayudo cuanto antes, no quiero que tire mis ramos—. Gracias.

Le doy algo de dinero y entro a la casa, mi papá me sonríe en cuanto me ve, hasta parece orgulloso.

—Bennett.

—No molestes, papá, es mi apellido después de todo —dejo el ramo de rosas y me quedo con el de girasoles—. Iré a dejarle esto y volveré para ir con Stella, espero que no te moleste.

Escapando del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora