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Estúpido, Estúpido, Estúpido. Se decía Joaquín una y otra vez en su mente.

Y era porque realmente se sentía así, desde hace un par de meses, y todo por culpa de Emilio Osorio.

Emilio era un alfa de 22 años que se había mudado a su casa, la cuál compartía con su hermano Jorge, todo porque los dos rizados eran mejores amigos desde niños.

El alfa se mudó con ellos hace aproximadamente 4 meses y desde entonces Joaquín no podía dejar de mirarlo.

Fué un flechazo a primera vista.

¿Y cómo no?, Emilio era más alto que él, con músculos bien definidos, hermosos ojos cafés, el rostro con detalles bien definidos, cómo lo era su mandíbula, rizos de color chocolate y por si no fuera suficiente su sonrisa estaba adornada con hermosos hoyuelos, más perfecto no se podía ser.

Joaquín estaba cómo loco por él, siempre lo miraba por las mañanas antes de irse al colegio, amaba cuándo el rizado le hablaba, con esa voz ronca, aunque fuera sólo para pedirle un favor tan insignificante cómo que le pasara la sal ó cosas por el estilo, amaba escucharlo reír junto con su hermano Jorge, amaba todo de él, se sentía en las nubes con el sólo hecho de respirar el mismo oxígeno que él.

Sentía lo normal que cualquiera siente cuándo mira a su crush. Ó por lo menos eso se decía a él.

Y el gran problema de Joaquín era que él era insignificante al lado de Emilio ó de cualquiera de la edad del alfa.

¿Porqué?

Él todavía no se había presentado.

Él no era ni un alfa, ni una omega, ni un beta, era un simple cachorro sin definir y eso lo estaba volviendo loco.

A sus 18 años él todavía no mostraba signos de que se fuera a presentar pronto y aunque su hermano Jorge trataba de animarlo diciendo que la edad para tener su primer celo era entre los 15 y 20 años, a él no le ayudaba en mucho eso.

Él no quería ser alfa, no cómo la mayoría de su curso, tampoco es que deseara ser omega, él en realidad deseaba ser beta, un beta no debía sufrir celos dolorosos, aguantar los olores de omegas y alfas, porque sí, los betas tenían la hermosa ventaja de no percibir los olores que desprendían los omegas y alfas. Y Joaquín quería eso, ó por lo menos trata de convencerse de que eso es lo que deseaba.

Su vida sería más fácil siendo beta, es lo que se imagina.

Ser alfa no era una opción para él, no del todo.

Él era pequeño, con grandes ojos mieles y cabello castaño, era delicado, su voz aguda e incluso algo chillona diría él, cualquiera que lo mirara por más de 5 minutos se daría cuenta que él no sería alfa y él estaba bien con ello.

Estaba consciente que él no sería alfa.

Su familia igual, todos estaban bien con ello, incluso Elizabeth estaba emocionada porque Joaquín fuera omega al igual que Jorge, estaba ansiosa por ver qué aroma desprenderá.

Su madre decía que el olor de Jorge era dulce, muy dulce de hecho, era un olor cómo fresas con durazno, ó por lo menos eso decía su madre, porque Joaquín no podía percibirlo porque aun no se presentaba, al igual que no podía saber cuál era el aroma que desprendía el alfa del cuál estaba flechado y la duda lo mataba.

¿Su olor será fuerte?, ¿Cómo será su olor?, ¿Le gustará más conociendo su olor ó le gustará menos?, se preguntaba a diario al ver al alfa.

- ¿Qué tanto me mira tu hermano? - pregunta Emilio frunciendo el ceño mirando hacía el pequeño ojimiel que inmediatamente desvió su mirada, pero el rizado sabía que lo había estado mirando.

Alfa Estúpido // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora