Ugh!
El quejido de un hombre apenas fue distinguible del ruido de los picos chocando con las paredes.
-Sera mejor que no estén holgazaneando- grito el encargado portando un látigo. – Los enemigos del emperador están cada vez más cerca así que necesitamos que la construcción no se atrase por ustedes.
En uno de los planetas del millón bajo el manto de imperio, una ciudad colmena luchaba para no caer en las garras de los herejes. La guardia imperial fue la primera en llegar, seguido de las Hermanas de Batalla y por últimos los Ángeles del Emperador habían caído desde el cielo.
Ellos combatían día y noche contras los seguidores del caos, los ciudadanos estaban a marchas forzadas minando materiales para la reconstrucción o creación de nuevas fortalezas para hacerle frente a los invasores.
Un trabajo que con cada día aumentaba su dificultad, había ocasiones en las que se lograban infiltrar uno que otro seguidor del caos o un compañero de mente débil sucumbía a la tentación de los poderes ruinosos atacando a sus compañeros y causaba destrozos que solo atrasaban el avance.
-Cada vez esto se pone más difícil, siento que llegara el momento que mis manos no podrán sostener el pico.
Un joven hizo un comentario para que su compañero de trabajo escuchara. Si bien los monitores veían a los trabajadores descansando fuera de horario los azotaban, el platicar es permitido mientras este no ralentizara o menguara su ritmo de trabajo.
-El emperador vela por todo nosotros, lo único que podemos hacer es aliviar su carga aportando nuestro esfuerzo y rezar porque sea ayuda.
Respondió el hombre, lo hizo sin quiera apartar su mirada del muro al que golpeaba con fervor. El trabajo siempre fue pesado, pero con la llegada de los enemigos era insostenible. Desde el inicio estuvo consiente de la nueva carga de trabajo que caería, aun así, no se esperó que el avance del enemigo fuera tan rápido.
Las tropas de defensa planetaria cayeron con una rapidez y brutalidad que el simple hecho de aun creer que se salvarían sería una prueba valida de la calidad de su devoción al Emperador.
El planeta no tena muchas cosas que ofrecer después de tantos siglos de explotación minera, tal vez porque el Administratum aun no tenía los registros actualizados o estaban al tanto de la situación es que la ayuda del Astra Milutarum no tomo más de 3 semanas en llegar desde el llamado de ayuda.
Los protectores del imperio lucharon por el amor al emperador y aunque en un inicio detuvieron el avance del enemigo, la llegada de los devoradores de mundos que las cosas volvieron a ser desalentadoras.
Con la llegada de los marines del caos se unieron los demonios, lo que causo la completa destrucciones de grandes ciudades, refinerías de promethium. Como refuerzo al planeta llegaron las Adeptas Sorotitas que se encargarían de los demonios y varias escuadras de Marines leales que lucharían contra su sus opuestos del Caos.
La esperanza volvió a los ojos de los ciudadanos, el problema era cada que un enemigo caía otro lo reemplazaba. El caos fue más rápido al enviar refuerzos acabando con los ya agotados servidores del Emperador.
-Ya quisiera tener esa devoción tuya.
El joven dijo mientras limpiaba el sudor con polvo que se acercaba peligrosamente a sus ojos, dio una vista rápida al hombre y frunció el ceño al ver que este no mostraba ni la más pequeña expresión en su rostro. Apretó con más fuerza la herramienta y golpeo el muro, ese destello de disgusto ocasionaría que agotara gran parte de sus energías y se detuviera a tomar aire.
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El portador de la furia
Fiksi PenggemarA través de los universo, a través de los milenios. El asedio demoníaco fue lo único que lo regreso de su largo sueño. El Doom Slayer despierta en las minas cernas a una ciudad colmena que esta bajo el asedio de los seguidores del caos, con su ira...