Eres una editora de revistas de famosos, pero tu vida cambia de un día para otro luego de que te hayan roto el corazón.
Dos almas que están destinadas a encontrarse, pase lo que pase.
¿Estamos conectados por algo especial?
No lo sabemos, entonces...
Al adentrarse la pareja en el patio trasero de la casa, tenían las miradas de sus amigos puestas encima. Todos estaban sentados, disfrutando la llegada de la noche.
¿Habían tardado mucho?
- Por fin. - ríe Tom, mientras fumaba.
- Parece que tuvieron un buen rato eh.. - Gustav susurró y Georg lo retó.
- ¿Alguien más va a decir algo? - gruñó Bill, sin soltarte de la mano.
Un silencio evadió el momento. A la mayoría le daba miedo cuando el pelinegro se enojaba.
- ¿El baño quedó limpio? - rompió el hielo Lisa, con doble sentido y levantando sus cejas.
Todo el patio se inundó de risas gracias al comentario. Tenían el mismo tipo de humor. Bill tampoco pudo aguantarse, así que sonrió mientras rascaba su nuca.
Leanne seguía junto a ellos, pero no opinó nada sobre el tema. Era claro que todavía no había la suficiente confianza con ella.
Decidieron sentarse todos juntos en unas cómodas sillas reposeras que habían ahí, junto a la piscina.
- El jefe nos dió día de descanso mañana. - anuncia la rubia, muy agradecida.
- Ya nos hacía falta. - opinas con cansancio.
- Debe ser difícil fotografiar famosos tan lindos, no? - el de rastas tira el cigarrillo al suelo, y se cruza de brazos.
- A veces.. - ríes y Bill te observa muy fijamente, eso decía más que palabras.
- Es difícil, y eso que todavía no vino Eminem. - Lisa suelta una pequeña carcajada sarcástica. Leanne no aguantó la risa, a lo que se tapó la boca con la mano.
- Quien es Eminem? - Georg bromeó, con un tono de superioridad.
- Yo tampoco lo conozco. - el rubio siguió con la broma de su amigo.
Pasaron platicando mucho tiempo, sobre diferentes temas. Era muy entretenido estar con todos ellos, ya que siempre reían y sacaban sonrisas a los de su alrededor.
01:40 AM. La madrugada se había empezado a poner un poco fría, así que volvieron a las cálidas paredes de la lujosa casa.
Estaba muy tranquilo adentro, no había casi ningún ruido molesto o algo por el estilo. Fueron a la sala, dónde estaba la TV.
- Bueno.. ¿Quien tiene hambre? - inquirió Gustav.
- Creo que todos, pidamos la pizza. - comentó el pelinegro, sonriente.
- Voy a buscar el teléfono. - anuncia Leanne, corriendo hacia la cocina. - Yo la pido! - gritó la misma a lo lejos.
Optaron por pedir 4 pizzas grandes, la mayoría estaban hambrientos. Dos de mozzarella, una con tomate, y la última con piña.
- ¿¡Con piña!? - remarcó Tom, con cara asqueada.
- Fui yo... - admite Gustav.
- No puedo creer que seas mi amigo. - chilló el de rastas simulando llorar. - Esos gustos exóticos me defraudan.
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