Hay momentos en que una mujer, calla, otorga, da, entrega y se conforma. Irremediablemente una mujer siempre lo hace.
Pero una madre no es así, ellas luchan, protegen, aman y lo dan todo por aquello que quieren.
Ella en un momento amo, lo dio todo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sonrió apenas el movimiento empieza a sentirse bajo mi palma, nunca me cansaría de admirar el vientre abultado de mi mujer, cada momento que pensaba en el y lo veía, mi pecho saltaba de miles de sensaciones abrumantes.
Sostengo mi palma contra él unos segundos más, antes de dejarlo, me gustaba saber que mi hijo o hija se volvía loco cada vez que tocaba, haciendo que se mueva dentro de su madre.
El sol apenas empieza a entrar por las ventanas cuando abandonó el cálido cuerpo de Ellen en silencio intentando hacer el mínimo movimiento posible, estaba en la recta final de su embarazo, así que necesitaba descansar mucho, algo que no hacía realmente. No con su obtinencia a querer estar en todo, no con nuestro hijos exigiendo por la atención de su madre y aunque lo intentará, no podía no querer recibir la misma atención para mí.
Era un desgraciado.
Abandonó el cuarto el silencio encontrándome con el gigante comedor—cocina de nuestra cabaña. Aún cuando con los años habíamos tenido la posibilidad de hacer nuestra casa y vivir como familia, no habíamos querido hacerlo. Nuestra intención era seguir en la gran casa y que todos nuestros hijos están tan unidos a nuestra familia como sea posible. Claro, eso no evitó que con la llegada de los gemelos mayores, no hiciéramos este lugar.
Nuestra cabaña, donde solo había un dormitorio para nosotros y un gran lugar donde se juntaba toda la familia a cenar en ocasiones. Todavía usábamos nuestra habitación principal en la gran casa como nuestros hijos, pero a veces solíamos caminar esos metros de distancia y venir aquí, a nuestra privacidad.
Apenas doy unos pasos dentro de la gran casa, sabiendo que en poco minutos se serviría el desayuno cuando una pequeña figura hundida entre la inmensidad de los sillones de la sala llama mi atención. Sonrió apenas doy unos pasos dentro y el rostro oculto detrás de un libro se asoma a verme, los bonitos ojos verdosos hacen temblar algo dentro de mi, como cada vez.
