13.

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Capitulo trece.



Ellen



Sostengo la mirada en los tres pequeños que me ven con sus ojos idénticos en pleno silencio, repaso a cada uno sin lograr que se pongan nerviosos, suelto un suspiro mientras volteo a ver la puerta de nuestro cuarto cerrada.



—Un minuto—advierto—. Entrare un minuto por la chaqueta de Maite y saldré—cuento detalladamente y los tres me ven en silencio—. Se quedarán aquí, ¿Verdad?



Enseguida obtengo tres sonrisas pequeñas y veo como todos asienten. Se que seguramente mienten, como cada vez y que la única razón por la que se niegan volver a entrar para acompañarme es porque quieren correr a toda velocidad por los extensos pasillos, pero bueno como madre ingenua entro al cuarto e intento apresurarme lo mas posible, claramente el universo no me ayuda ya que tardo más de lo que esperaría en encontrar la chaqueta abrigada de mi pequeña.



El suspiro de alivio que se me atora a medio camino apenas me calmo al salir y ver a Maite esperándome, queda en la nada cuando noto dos ausencias muy notorias. Maite se balancea de un pie a otro mientras la veo en silencio.



—¿Dónde están los dos cretinos? —pregunto con fingida dulzura.



Maite me mira con detenimiento pensando en si delatarlos o si estoy demasiado furiosa, mi mente va a miles de posibilidades y lo primero que me asusta son las escaleras. Estoy muy determinada a correr en dirección de ellas, pero antes de eso los pasos de mi hija empiezan a ir en una dirección diferente.



Sigo en silencio a la niña que cada cinco pasos para y gira a verme, mi mente intenta recordar adonde me lleva, pero ya habíamos pasados todas las habitaciones importantes que alguna vez conocí.



Quiero suspirar de alivio cuando veo a unos metros a Maite detenerse frente a una puerta entreabierta. La niña me mira en silencio esperando alguna reacción más allá de la expresión que sostengo hasta llegar a su lado.



La habitación detrás de la puerta esta increíblemente iluminada por luz natural, así que apenas me asomo obtengo la imagen de mi pequeño mayor buscando algo.



Me sorprende notar lo enorme que es el cuarto, si no fuera porque hace años no entro, diría que es el doble del cuarto principal de la casa. Y los mas interesante es que no se usa para otra cosa más que para almacenar muebles. Mi entrada hace que Daniel quede estático en su lugar sin mover un dedo mientras me ve en silencio, sabe perfectamente lo que hizo. Sin embargo, no digo nada mientras repaso el lugar en busca de mi segundo cretino. Recorre un poco más antes de encontrarlo a un costado de una cama escondido. Gabriel me ve y me da una gigante sonrisa que hace que mi modo de mami sale de amor, pero no lo hago saber.

My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora