12.

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Capitulo doce.



Ellen



Aseguro el cierre del pequeño abrigo de Maite antes de mirarlos a los tres, aunque no había abrigado a mis niños con la misma intensidad que yo y Maite. No había podido evitar hacerlo.



Desde la entrada de la casa escucho el murmullo que se desencadena fuera de la casa. Una parte de mi esta increíblemente confiada y cómoda, mientras la otra grita que me encierre y no salga.



Solo cuando abro la puerta sosteniendo la mano de Maite, sabiendo que los dos restantes siguen tomados de la mano de ella, me doy cuenta de cuanto he cambiado. La verdad en años anteriores hubiera simplemente ignoro tal invitación para quedarme en la seguridad de mi habitación.



Mis ojos pasan por encima de todos los presentes que se giran a darme una profunda mirada y recae en uno de los pocos troncos esparcidos cerca del gran fuego que hay en el medio de todos. Intento dar la expresión menos incomoda que puedo mientras camino en dirección de ese asiento. Un par de mujeres y hombres asienten saludándome y otros simplemente me miran fijo.



Muchos de ellos sonríen con dulzura al ver a mis trillizos. Miro cuando escucho el suave saludo de Gabriel, su mano esta alzada mientras mira a un grupo de jóvenes que lo saludan con entusiasmo. Podía decir muchas cosas de las personas de este lugar, pero debía admitir que, si eran fieles a su sangre y que si, en tan solo días ya amaban a mis hijos y darian todo por ellos.



Leyes de la naturaleza.



Cuando voy llegando a mi asiente elegido veo de reojo el extenso tronco que hay muy cerca del fuego, los ojos de Dante no se apartan de nosotros mientras veo a un par de hombres sentado cerca de él, hablarle. No me pasa por alto la presencia de Keira sentada en sus pies rodeadas de algunas hembras que acompañan a su hombre.



Apenas logro tomar asiento cuando noto la presencia de Elena a unos metros de mí, con muchas mujeres de edad avanzada. Vaya así que era literal cuando decían que casi todos venían a esto.



Sonrió notando la curiosidad y asombro de mis hijos puesta en la gigante fogata que hay frente a nosotros, nunca habían estado cerca de una o visto una.



—¡fuego! —exclama Daniel señalando la gran fuente de calor.



Enseguida sus hermanos lo siguen repitiendo sus palabras. Sostengo a Maite contra mi cuerpo cuando se pega a mi al momento en que varios jóvenes se acercan y atraen a ellos a mis hijos. Sostengo mi mirada en ellos notando como los acercan con cuidado a la fuente de atracción de la noche y les dicen algo.

My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora