Daniel

1.8K 252 28
                                    


Daniel.



El sol apenas empieza a asomarse por mi ventana cuando la puerta de mi cuarto se abre con delicadeza. Cierro mis ojos con mi rostro apenas oculto contra la almohada, intento controlar mi respiración y fingir dormir, mientras a mis espaldas la puerta vuelve a cerrarse. No pasa mucho antes de que a mí lado el colchón se hunda, boca abajo soy consciente de quién entro apenas la calidez de una mano se posa en medio de mi espalda.



—Se que estás despierto imbécil.



Sonrió sin poder evitarlo mientras volteo y unos ojos idénticos a los míos me devuelven la mirada. Maite me sonríe y sostiene el brillo juguetón en sus ojos, mi pequeña hermana era mi compañera de toda la vida, aquella con quien incluso compartí vientre. Yo podría decir que nuestro hermano, Gabriel, era demasiado parecido a mi, pero Maite, ella solo era un extraña mezcla de nosotros dos.



—¿Cuando volviste?



—Anoche, demasiado tarde—arruga su nariz—. ¿Estoy en muchos problemas?



—Sabes que debes pedir permiso Maite.



—Es tonto—se queja—. ¿Porque pediría permiso para ir a ver a mamá? Además, lo hice y siempre tuve la misma respuesta, "Hoy no Maite, capaz mañana".



Me trago mi propio suspiro de frustración.



—Es solo una nueva faceta.



—¿Como todas las demás? —Maite sonríe triste—. Cada vez se pone peor Daniel.



—No te preocupes, tu solo hazle esos ojitos que ama y te perdonará todo—bromeo intentando borrar la tristeza de ella.



—Cierto—asiente cerrando sus ojos—. Me puedo salvar, pero Gabriel no tiene esa suerte.



Me tenso y guardo silencio, el hecho de que mi hermano no estuviera aquí en busca de saber cómo estaba la situación, solo significaba una cosa.



—No quiso volver conmigo—agrega Maite mucho antes de que pregunte—. Dijo que saldría a cazar con papá una última vez, antes de venir.



Respiro hondo intentando calmarme, eso no era bueno.



—Yriek está enojado contigo—las palabras de Maite me distraen.



—Yriek me adora—declaro.



—Si no vas a visitarlo pronto, se olvidará de cómo eres.



—Maite...



—Daniel, hace más de un mes que no te ven. Yriek está creciendo y nota tu ausencia más que nadie, no te alejes.



—No lo hago—niego—. Solo que no hay tiempo, aquí....



—Siempre hay tiempo, y sino, hazlo. Pero no te hundas con este lugar Daniel.




—Este lugar es nuestro hogar.




—Y sin embargo cada día parece nuestra prisión—Maite me ve fijo—. Amo a nuestra gente, amo a cada persona que vive aquí, pero si te guías por todos ellos, nunca volverías a ver a mamá o a papá, o incluso a nuestros hermanos.




—Ire pronto—prometo.




—Ve, no preguntes, no avises, solo ve.



My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora