Capítulo 12

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Dylan

Creí que me salvaría de esta, lo juro, por un momento en mi cabeza dije "vamos que no se puede enojar tanto" sin embargo me equivoqué, la cara de Damián no tiene precio. Se me acercó y dejó que lo abrazara lo cual lo asimilé como un punto a favor, ¿me apresuré? Tal vez porque me pidió las debidas explicaciones y aquí sigo yo sin dárselas.

—El reporte —me recordó sentado a mi lado—, ¿Qué pasó exactamente? Porque es muy extraño que siendo el primer día te entreguen uno sin razón alguna.

—La profesora me odia... —mentí.

—¿Te odia? Dylan apenas te conoce, lo dudo mucho.

—De verdad, me observó y dijo "fuera de mi clase" —en eso fui sincero.

—¿Y eso fue por...? —tragué saliva, no le puedo decir o se dará cuenta, me condenaría doblemente y no soy tan tonto para hacerlo—. Necesito toda la historia o no llegaremos a ningún lado de esta manera.

—Porque.... —quise llorar—, me quedé dormido.

Retiro lo dicho, realmente soy un estúpido. No me lo podía guardar porque en el fondo sé que está aquí preocupándose por mí y mentirle es traicionar a la única persona que ha estado dispuesta a entregar todo por unos simples desconocidos. Le importa, aunque sea un poco la idea de que haya pasado algo en mi vida y ese sentimiento es único. Antes nadie se preocupaba por mí, recuerdo que me quedaba horas mirando la nada en el trabajo porque ánimos solo me quedaban para cuidar a mi hermanito menor, éramos los dos contra el mundo y me alegra decir que ahora somos tres.

—¿Y por qué te quedaste dormido, jovencito?

—¡Yo te juro que quería cumplir la promesa! —le contesté tembloroso—, pero una cosa llevó a la otra y cuando me di cuenta ya eran las seis de la mañana, sé que no me quieres ahora, te traicioné, soy...

—Dios Dylan, calma —colocó su mano izquierda en mi espalda dando pequeños círculos para calmarme—. No me traicionaste ni nada, me alegra que admitas tu error y me cuentes porque es algo que valoro mucho, si bien no fue correcto mentirme por la mañana esto lo arregla un poquitín. No estoy enojado porque rompiste tu promesa ni mucho menos, tampoco desconfío de ti y te he dejado de querer ¿queda claro?

—¿No me odias?

—¿Cómo hacerlo? Eres mi niño Dylan —me limpió las lágrimas del rostro con dulzura—, de todas formas, hay muchas cosas de las que quiero conversar.

—Damián...

—Vas a venir a mi regazo y las vamos a contar —cerré mis ojos no queriendo llevarle la contraria sin embargo se me hace imposible—, desapruebo totalmente que no hayas dormido y que te hayas quedado mirando la televisión.

—Estaba entretenido...

—No lo justifica, ven aquí.

¿Cómo carajos quiere que me recueste ahí y me deje dar unos azotes como un niño? Es que no lo soy, joder y eso me molesta como nunca. Es un poco agobiante tener que acostumbrarse a un nuevo ritmo de vida con Damián porque se nota que coloca todo su esfuerzo por enseñarnos a hacer bien las cosas y claramente no lo necesito, aprendí de la vida, me caí y me levanté yo solito, no lo necesito por ahora. Soy bastante autosuficiente como para poder dirigir mi vida.

En esta situación tengo que dramatizar, es mi única salida.

—Podemos hablar —susurré esperando convencerlo—, prometo no volver a hacer las cosas que hice, enserio.

—No creo que se puedan solucionar así ¿mhm? Ven Dylan.

—Espera...—lloriqueé falsamente—, piedad.

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