Capítulo 14

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Dylan

Por un minuto creí que nos iríamos de aquí, fui un estúpido al pensarlo, Damián nos informó que venía la peor parte, el de las vacunas y dios mío, estoy temblando como una gelatina. Es la primera vez que enfrento una situación como esta, siempre las evadía mientras tuviera la oportunidad. En la escuela me escapaba por miedo y Noah se acostumbró a hacer lo mismo. Jamás pensé esto, creí que no eran necesarias.

Nuestro tutor al cual no puedo odiar debido a su preocupación constante por nosotros dos y es tan responsable que nos trajo hasta aquí, nos explicó más o menos como funcionaba la cita. También nos dijo cuanto nos ayudaba a protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas y ayudan a fortalecer el sistema inmunitario.

—Imagínense que en su cuerpo tienen unos guerreros —dijo Damián en la sala de espera—, necesitan armas ¿verdad? Y las vacunas son una simulación de la guerra que tendrán, entonces todos ellos luchan, guardarán en su memoria aquello y cuando llegue el momento, ya sabrán como atacar esa enfermedad.

—Woah —Noah fue el más sorprendido.

—No necesito que mis guerreros luchen y se cansen antes —debatí molesto y un poco nervioso—, paso.

—Dylan —negó con una sonrisa—. Todos lo necesitamos, las vacunas son muy importantes.

—Hum...

—Pero duelen ¿cuál es el punto?

—Protegerte —insistió—. Estaré contigo en todo momento de todas formas ¿bueno?

—Puedo solo —mentí.

—Entraré primero con Noah —lo miré asustado y confundido a la vez—, luego iremos juntos.

—¿Por qué? No es justo, quiero ir con ustedes dos.

—Es mejor por separado, se quedará un amigo contigo.

Entiendo el motivo, lo hace para que no me dé miedo y se nota demasiado su estrategia. No es tan terrible ¿verdad? Si supuestamente es una, ¿Qué tan malo puede ser?

Un grito me hizo saltar en mi asiento y un llanto desgarrador me revolvió el estómago. Lo peor es que proviene de la puerta misteriosa la cual debemos entrar en menos de un minuto, ¿Qué clase de tortura hacen allí? Tengo leves conocimientos de cómo es, cuando era chiquito me asustaba y mis padres no me soltaban la mano.

—¿Es un niño?

—Si Dy, tal vez es un bebé —trató de dar palabras tranquilizadoras—, calmados los dos, no hay nada que temer ¿mhm?

Volvió a escucharse el mismo llanto que me colocó aún más nervioso. Estoy moviendo mis manos un tanto inquieto y quiero salir de aquí.

—Damián...

—Tranquilo Dylan.

—¡Lo estoy! —mentí otra vez—. ¡Quiero ir contigo, no me quedaré aquí afuera!

—Bien, de acuerdo.

Ay no, ¿dijo que estaba de acuerdo? Se suponía que debía decir que nos fuéramos y no importaba la cita de hoy, maldición. Detesto todo, la verdad me molesta estar en un lugar como este, odio el olor a medicina, ver a muchos médicos, niños llorando por todos lados, personas tosiendo. Me da la sensación de sufrimiento y prefiero alejarme de este tipo de ambientes.

—Noah White —habló un chico parecido a Damián el cual nos dio una gran sonrisa—, repito Noah White.

—Vamos, los tres.

—Me arrepiento —dije rápidamente—, puedo esperar...

Me estoy aferrando a la silla.

—Dylan... —su tonó fue parecido a un regaño—. ¿Estás seguro? Puedes venir sin problema, le diré a...

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