Capítulo 17

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Damián

Admito que les saqué mentira por verdad, en realidad puede que sea normal vomitar luego del efecto secundario de una vacuna, pero como los veía justificarse tanto porque sabían que lo que hicieron estuvo mal, los apresuré un poquito. Que me lo confesaran fue suficiente para mi sin embargo que Dylan se pusiera a la defensiva me indicó que aún quedaba un tema pendiente por lo de temprano y si no lo tocaba ahora jamás lo haría.

—Dylan quédate un momento —su expresión fue de horror, como si le hubiera dicho la peor cosa del universo.

—¿Me vas a pegar? —casi escupí el té que me serví.

—¿Que? ¿De qué hablas jovencito? Por supuesto que no —carraspeé—, ¿Por qué lo dices?

—No te estoy haciendo caso...

—Pero jamás te castigaría por algo injustificado —le dije la verdad—, menos porque no quieres hacer algo peque. Que mal concepto tienes de mi ¿eh?

—No es eso, uhm...

—Tranquilo —dejé de hacer el almuerzo—. Ven aquí, siéntate que quiero tocar un tema contigo.

—Si es por lo de temprano yo...

—No comas ansias Dylan —volví a llamarlo con un gesto con la mano—. Acomódate ahí. Quieto en la silla que ya veo que sales corriendo.

—Uf lo dices como si te tuviera miedo —gruñó—, y no es así. Jamás de ti, de tus castigos tal vez...

—Nunca te lastimaría peque, no debes temer por algo como eso, con suerte te quedará el culo calientito por alguna falta nada más que eso.

—No lo digas que me avergüenzas... nos regañas como a unos críos y no lo soy.

—Bien señor adolescente, no lo eres —levanté las manos—, perdóname. Eres grande y no asumo eso, pero no cambiaré ningún método que quede clarísimo como el agua que ves en ese vaso.

—Si no lo comentas no me lo imagino —dijo con sarcasmo y una sonrisa.

—Muy bien, hablando de temprano... —hizo una cara de fastidio—, si no me cambias esa carita será extremadamente difícil que nosotros dos nos entendamos muchachito.

—Lo lamento, sigue...

—Como te decía —continué—, no quise regañarte así y me equivoqué, lo admito. Pero me enfadó el hecho de que quisieras desobedecerme e ir al centro de la ciudad cuando claramente te dije que no por razones obvias.

—La verdad es que quería comprarte un regalo —confesó con sus ojos repletos de lágrimas y mi culpabilidad apareció—, esa es la razón y no me importaba perderme porque ya me ha pasado otras veces...

—Chiquito agradezco profundamente ese gesto —dejé un beso sonoro en su cabeza—, pero no necesito nada ¿mhm? Con tenerlos a ustedes me basta y me sobra.

—Tu nos diste una consola de videojuegos y...

—No me debes nada —completé por él—, pero no te detengo si quieres comprarme una cosita chiquitita o incluso hacer algo como una carta, yo sería feliz.

—Damián, ¿por qué eres tan bueno? —me sorprendí—, ¿por qué no me dices que soy un inútil por responderte así y ya? No merezco tanto amor.

—Hey mereces todo el amor del mundo y no eres ningún inútil, tienes prohibido hablar así de ti mismo desde ahora en adelante.

—Pero Damián...

—No Dylan, prométeme que lo cumplirás, que sabrás que vales muchísimo —asintió.

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