—Esto... Es enorme —pronunció sorprendida.
—Creo que el viejo exageró, sólo me voy a quedar seis meses aquí.
—Es que es un terreno muy grande, no sabía que esto le pertenecía a él.
—Y a mí no me sorprende, dijo que estaba aquí desde antes de que el pueblo se creara —le dijo bajándose de la camioneta.
La rubia se bajó también y fue hasta la parte trasera, para ayudarle a bajar las herramientas y las cosas que Amancio le había dado a Garrelk.
—Intentaré hablar con mi padre de todos modos —le dijo insegura.
—¿Para qué? —le inquirió tomando la tienda de campaña, para poder comenzar a armarla.
—No... Creo que estés cómodo viviendo en una carpa, Garrelk.
—Estaré bien, además sólo serán seis meses, el tiempo se pasa muy rápido aquí. Gracias por toda tu ayuda, Bárbara.
Ella lo observó y sonrió levemente, sujetándose uno de sus brazos... ¿Eso era todo? ¿La estaba echando? ¿Despidiéndose de ella o qué?
El rubio le dió la espalda y se puso a sacar todo para armar la tienda, desplegando primero la tela.
—¿Quieres que te ayude? —le inquirió insegura.
—No, puedo solo. Y tú deberías regresar a tu casa, antes de que tengas más problemas con tu padre. Y diles para que se queden tranquilos, que no me volverán a ver, eso seguro te quita mal entendidos de encima.
Bárbara desvió la mirada y apretó sus labios entre sí, asintiendo con la cabeza.
—Okay —murmuró, subiendo nuevamente a la camioneta, para irse de allí.
Claramente él no le debía nada, pero esperaba más que esa reacción.
***
—Semanas después—
—Espero no te hayas entregado a ese tipo, muchacha estúpida, porque aquí no aceptaré irresponsabilidades. Yo no parí una puta que le abriera las piernas a cualquier extraño.
Bárbara observó a su madre con lágrimas en los ojos. ¿Cómo podía pensar una cosa así de ella?
—T-Te dije que sólo estoy m-mal de la panza, mamá.
—Doce hijas tuve, Bárbara, sé muy bien como es esto, no me mientas.
—Pero te estoy diciendo la verdad, no estuve con nadie.
—Todos en el pueblo te vieron irte con ese tipo ¡Qué ni siquiera sigue aquí, muchacha estúpida!
—Mamá, j-jamás he tenido un novio, no sé cómo puedes dudar de mí.
—Llamaré a la señora Graciela —pronunció con rabia—. Ella sabrá si estás diciendo la verdad o no. Y pobre de ti si además de haberme mentido, estás preñada.
—Dios ¿Pero qué dices? ¡¿Te volviste loca?!
—¿Qué es todo este griterío, mujer? —preguntó su padre molesto, entrando a la habitación de sus hijas.
—Bárbara está embarazada de ese tipo.
—¡¿Qué?! —exclamó con rabia.
—¡Mamá no mientas! —sollozó la rubia, saliendo de la cama.
—¡¿Cómo que embarazada?! ¡Mujer estúpida! ¡¿Cómo se te ocurre hacer una cosa?! —le inquirió su padre tomándola de uno de sus brazos, sacudiéndola—. ¡¿Cómo vas a acostarte con un extraño?!
—¡Ya suéltame! ¡Yo no hice nada!
—¡No te atrevas a tratar a tu madre mentirosa! —exclamó dándole un cachetazo, lanzándola al suelo—. Llama a Graciela, que venga y termine con este problema ahora.
Bárbara los observó llorando a ambos desde el suelo, tomándose de la mejilla... ¿Cómo se les ocurría reaccionar así por un malestar? ¿Por presentar náuseas y vómitos?
Negó con la cabeza y se puso de pie, dispuesta a irse de allí.
—¿Qué crees que haces? ¡Tú no te vas de aquí hasta que te quiten eso! —le dijo su padre tomándola del brazo nuevamente.
—¡No estoy embarazada, malditos enfermos de mierda! —exclamó golpeándolo en el rostro para que la soltara—. ¡Son dos basuras!
Miró a su madre y sin pensarlo dos veces, salió corriendo de su casa, sabiendo que sería peor si se quedaba luego de lo que había hecho.
¿Dónde diablos se iría ahora? ¿Qué haría?
***
Había ido hasta el pueblo, y luego de estar buscando a Amancio, le habían dicho que el anciano no estaba, que hacía una semana había salido de viaje, a visitar a una de sus hermanas que vivía afuera.
Su última, y única opción en ese momento, era ir hasta Garrelk. Sabía que el general no quería tener contacto con ella, pero le pediría que la dejara quedarse unos días, hasta que Amancio regresara.
Llevaba seis horas caminando sin parar, había vomitado varias veces en el camino, y ya se sentía peor, tan mariada y débil.
Pero sabía que estaba cerca, o eso creyó, porque esa cabaña no existía en el camino que ella conocía.
¿Dónde diablos se había metido?
Suspiró débilmente y golpeó la puerta. Le pediría al propietaria un vaso con agua e indicaciones, antes de continuar su trayecto.
Pero grande fue su sorpresa al ver quién abría la puerta.
—G-Garrelk.
—Bárbara ¿Qué tienes? —le inquirió preocupado, saliendo rápidamente de la sorpresa de verla allí.
—¿Podrías darme un poco de agua?
—Demonios, mujer, dime qué te pasó —gruñó, tomándola con cuidado de uno de sus brazos para ayudarla a entrar a la cabaña.
Pero cuando lo hizo, la rubia jadeó bajo.
—¿Quién te hizo esto? Bárbara, tienes un moretón enorme en tu mejilla.
Lo miró y sus labios temblaron, antes de comenzar a sollozar.
—M-Mi mamá le dijo a mi p-padre que yo estaba embarazada, todo porque no estoy bien de la panza, y desde ayer estoy con malestares y v-vómitos.
—¿Ellos te golpearon?
—Ellos creen que n-nosotros tuvimos relaciones, e... I-Incluso iban a llamar a una comadrona para que me hiciera un aborto —pronunció con angustia, rompiendo a llorar—. Me trataron de puta y yo jamás estuve con un hombre.
—Tranquila, ahora estás segura aquí —expresó nervioso, sin saber que hacer, ya que era la primera vez que tenía a una mujer en frente suyo llorando—. Te traeré un vaso con agua, siéntate ¿De acuerdo?
—G-Gracias —sollozó.
No sabía si había sido bueno acudir a él, pero no tenía a dónde más ir.
...
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Garrelk
Science FictionA veces, las historias de nuestros abuelos, se hacen realidad.