Buscó entre sus cosas y encontró su ropa con la que había bajado a la tierra, aquel traje especial. Se giró y miró a Bárbara, dándoselo.
—Ponte esto.
—Pero me va a quedar grande.
—No, esto se amolda al cuerpo de quién lo lleve, ten.
La rubia asintió con la cabeza y esperó a que él saliera de la cabaña para poder cambiarse. Aún no tenían una habitación separada del resto de la cabaña, ya que como Garllek vivía solo, no lo necesitaba.
Pero ahora que ella se quedaría allí, el general le había dicho que pronto haría una división, para darle más privacidad a ella. Sabía que era muy tímida.
Cuando terminó de vestirse, dió un par de pasos, sorprendida. Realmente le había quedado, y lo más sorprendente, que no sentía que llevara nada.
Lo malo, es que era un traje al cuerpo... Se pondría una camisa de Garrelk encima de todos modos.
—¿Qué haces?
—Es que es muy ajustado.
—Sí, pero no aprieta, quítate esa camisa, te queda enorme.
—N-No... No me gusta como me marca el cuerpo —pronunció bajo.
Garrelk respiró profundo y luego cerró los ojos por un momento.
—Como sea, andando —le dijo comenzando a caminar.
***
—Bárbara, elige diez gallina y unos pollos, en seguida regreso —pronunció mirando una tienda que estaba a un par de esas.
—De acuerdo —sonrió la rubia.
Todos los fines de semana, se hacía una gran feria en el pueblo, dónde los habitantes ponían sus tienditas y vendían sus productos, algunos caseros, como comidas y dulces preparados por ellos mismos, y otros de productos nuevos traídos desde la ciudad.
Garrelk se acercó hasta el puesto de una muchacha que vendía ropa y observó las prendas que tenía en exhibición.
—Buenas tardes, joven, si ve algo de su interés, no dude en consultarme —sonrió amablemente.
—Sí, estoy buscando ropa para una mujer —le dijo mirando los vestidos.
—Tenemos muchos artículos para las mujeres aquí, desde vestidos... —le explicó comenzando a enseñarle todo lo que vendían.
Bárbara tomó la jaula donde estaban las gallinas y pollitos y buscó a Garrelk con la mirada. No era muy difícil de encontrarlo, era el único tipo de dos metros y rubio que había en el pueblo.
Lo observó hablar con una mujer y como él la miraba, y no precisamente a los ojos. La rubia desvió la mirada, y se dirigió hasta la tienda de granos.
Así que... Quizás esa era la mujer que Garrelk buscaba para "quitarse las dudas".
—Deja la jaula y lleva tú esto —le dijo llegando unos minutos después a ella, entregándole unas bolsas.
—Puedo llevar a las gallinas, Garrelk, te recuerdo que tenía un campo con granja —pronunció seria.
—Okay, haz lo que quiera —le dijo despreocupado, mirando al vendedor—. Además de lo que ella le haya pedido para los pollos, necesito un costal de arroz, de frijoles negros y rojos, y —pronunció pensativo, observando los productos que tenían—. ¿Puede armarme un cajón como el que tiene ahí en exposición? Ese con tiene una variedad de verduras.
—Por supuesto joven, en seguida le preparamos todo.
—Y también uno con frutas, gracias.
Observó a Bárbara, ella seguía negándose a mirarlo, luciendo molesta. ¿Qué mierda le pasaba ahora a ese mujer?
—Oye ¿Qué tienes?
—Nada.
—No empecemos con el nada, mujer —le advirtió molesto—. Dime qué te pasa ¿Viste a tus padres? ¿Alguien te molestó?
—No.
—Entonces ¿Qué tienes?
—Ya te dije que nada, Garrelk, deja de ser tan insistente.
La miró, apretando la mandíbula.
—Ten, paga las cosas —le dijo dándole un costalcito de cuero.
—¿Y ahora dónde te vas? ¿Te olvidaste de decirle algo a la de la tienda?
—¿Qué? No sé a qué te refieres, pero necesitamos que alguien nos lleve todo esto ¿O cómo piensas que lo haremos?
—¿Y a quién diablos le vas a pedir que nos lleva las cosas, Garrelk?
—El tipo de la leña se ofreció cuando fui a comprarla, dijo que cuando tuviéramos que irnos, le avisara, así que eso haré. Ahora regreso.
Lo vio irse y luego miró las bolsas que había dejado junto a ella... Esas cosas que había comprado en la tienda de esa mujer y ella no pensaba ver ni tocar.
—Señorita ¿Necesita algo más?
—No, eso sería todo —sonrió levemente, tomando un papelito dónde le habían detallado el importe de la cuenta.
¿Cuánto dinero le había dejado el señor Amancio?
...
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Garrelk
Science FictionA veces, las historias de nuestros abuelos, se hacen realidad.