17- A L E X , la sorprendida

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Alex, la sorprendida

De giros y sorpresas se escribe el destino.

De verdades y mentiras se escribe la vida.

Y de ambos se forman las historias.

—Puedo escuchar su versión —dije—, si es lo que quiere

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—Puedo escuchar su versión —dije—, si es lo que quiere.

La señora Taylor hizo una mueca y movió la cabeza.

—¿Para qué? Estás tan encariñada con Tony. Podría decirte que es un vampiro y seguirías creyéndolo un santo.

Bueno... si se tratara de un vampiro como Damon.... ¿Me culparían? Es un papucho.

—Tiene razón. Sea lo que sea que me diga, seguiré admirando al señor Taylor y creyéndolo una buena persona y un buen padre —ella rodó los ojos—. Pero eso no me impide escucharla. Ya lo sabe.

Volví a abrir la puerta.

—Tony y yo nos conocimos en el primer año de la universidad —dijo ella.

Cerré la puerta nuevamente. Y escuché.

—Él estudiaba medicina y yo leyes. Solíamos estudiar en la misma mesa de la biblioteca central del campus, así nos conocimos. Nos sonreíamos, hablábamos... Bueno, él hablaba. Yo era bastante tímida en mi primer año... —la señora Taylor sonrió de una forma que jamás le había visto. Lució... feliz. Pero fue sólo una expresión fugaz—. Recuerdo la cara de espanto de mi melliza cuando llevé a Tony por primera vez al departamento donde vivíamos, a tan sólo tres minutos del campus. ¿Yo, llevando a un chico a dormir? Era toda una novedad.

Se conocieron al inicio de sus carreras universitarias. Wow.

—Llevan mucho tiempo juntos —comenté, y ella asintió.

—Yo me gradué dos años antes que Tony, con excelencia académica y un futuro prometedor. Tan sólo tres meses después de egresar, me ofrecieron trabajo en un buffet internacional. Pero rechacé la oferta y me quedé por Tony. Porque lo amaba tanto... y no podía imaginar mi vida sin él.

¿Por eso se comportaba así? ¿Porque por el señor Taylor rechazó una buena oferta de trabajo en el extrangero?

Ella continuó; miraba hacia el frente, hacia la pared blanca detrás de la televisión:

—Los años pasaron. Tony se graduó, nos fuimos a vivir juntos y todo fue simplemente... perfecto. Lo fue, Alex. Encontrábamos siempre la forma de nivelar el tiempo que pasábamos trabajando para estar juntos, para salir por ahí y disfrutar. Entonces nos casamos... —la señora Taylor volvió a sonreír, pero de forma triste. Claramente estábamos llegando a una parte de la historia que se volvía más y más amarga—. Todo siguió igual. Yo era tan feliz, creí que sería así para siempre. Hasta que lo encontré durmiendo con mi melliza.

Miradas de acero © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora