20- A L E X , el mono más hermoso

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Alex, el mono más hermoso

Donde sientas paz...

ahí es.

Ahí definitivamente es.

Llegó un poco atrasado al evento

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Llegó un poco atrasado al evento. A esa hora el desfile ya habría comenzado y como supuso, el edificio de la casa de modas de su madre estaba abarrotado de periodistas y fotógrafos en la entrada, tanto la principal -que él obviamente no usaría-, como el acceso al estacionamiento. Fue un caos atravesar el gentío sin atropellar a nadie -ganas no le faltaron-, pero lo logró.

Luego de estacionar tomó el elevador, afortunadamente vacío, y aprovechó el espejo en las paredes de este para observarse. Llevaba un traje negro y camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados, sin corbata. El cabello, más largo de lo normal porque no había tenido tiempo de ir a la barbería en más de un mes, lo llevaba entre peinado y alborotado, así que simplemente se pasó los dedos repetidas veces por la cabeza. Mucho mejor. Ahora tenía un toque desaliñado perfecto para la ocasión con el que no se atrevería a ir jamás a la oficina.

—Qué guapo soy —se sonrió a sí mismo y se guiñó un ojo.

Nada como el amor propio.

Las puertas del elevador se abrieron y Justin hizo su entrada triunfal.

Bueno... el desfile definitivamente había comenzado ya, porque no había nadie para recibirlo. Menosmal. No tenía planeado ser el centro de atención.

El pasillo frente a él se bifurcaba. Hacia la derecha estaba el salón donde se celebraría la recepción y el cóctel más tarde. La puerta estaba abierta y él pudo ver a varios empleados alistando los últimos detalles. Probablemente Alex estuviese por ahí, esperando para comenzar su trabajo. Hacia la izquierda, estaba el salón del desfile, con la pasarela y el público invitado. Justin titubeó, decidiéndose a dónde ir.

¿Buscar a Alex?

¿Sentarse entre la multitud para ver el desfile?

En ese momento, una ronda de aplausos pareció sacudir el pasillo. Y Justin se decidió.

Podía encontrar a Alex más tarde, eso era seguro. Fue entonces hacia el salón de la pasarela, en apoyo a su madre.

En el salón había aproximadamente unas cien personas, incluídos fotógrafos oficiales y prensa autorizada, que no perdían detalles de lo que pasaba. Justin avanzó por un costado hasta tomar asiento en la primera fila, donde su hermana Emellie le había guardado un asiento.

—Me sorprendió que vinieras —dijo ella como saludo, sin despegar la mirada de la pasarela y metiendo la mano en una bolsa de Doritos—. ¿Quieres?

Miradas de acero © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora