27- J U S T I N , el de la cita

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PENÚLTIMO CAPÍTULO

-27-

Justin, el de la cita

Persona correcta,

momento correcto.

Despertó de pronto, alertado por la luz encendida del pasillo, que se colaba por la puerta abierta de su habitación

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Despertó de pronto, alertado por la luz encendida del pasillo, que se colaba por la puerta abierta de su habitación. La cama a su lado estaba vacía, y le costó recordar si Alex se había dormido con él o no.

Sí, sí lo había hecho.

Entonces, ¿dónde estaba?

No tuvo que pensarlo mucho.

Se levantó y caminó hacia la habitación de la bebé. La luz allí estaba apagada, pero no estaba oscuro gracias a la luz del pasillo, suficiente para ver a Alex sentada en la alfombra, con la cabeza afirmada en la cuna y la mano metida entre los barrotes de esta, tomando la de Helena.

—¿Todo bien? —preguntó, agachándose a su lado.

Alex asintió y le dedicó una pequeña sonrisa. Helena estaba muy, muy despierta, pero tan tranquila, que sus ojos no se despegaban del techo.

—No podía dormir, me levanté a tomar agua y pasé a ver a Helena. Ella estaba despierta y... no quise dejarla sola —explicó Alex, sin mirarlo—. Nadie merece estar solo en medio de la oscuridad... mucho menos un bebé.

Hacía ya mucho que Justin se había dado cuenta de sus problemas con la oscuridad y los espacios cerrados. Nuevamente recordó lo que le contó una vez... "mi madre me encerraba en el clóset".

Se sentó junto a ella, pasando un brazo sobre sus hombros y pegándola a su pecho. Alex se acomodó de tal modo que una de sus manos continuó en contacto con la de Helena.

—¿A qué le tienes miedo? —preguntó, despacio.

—A... muchas cosas...

Justin acarició su cabello con lentitud. Sus dedos pasaron suavemente por el parche que cubría la herida en su cabeza, y aquella punzada que sentía en el pecho al recordar lo sucedido, volvió.

Habían pasado ya seis días. El día anterior, Justin se había puesto en contacto con un abogado especialista en temas de acoso laboral para que los representara en la causa contra el ex administrador del bar, y aquel mismo día en la mañana, Alex había prestado declaración en la policía.

—Estaba pensando... —continuó ella, como si le hubiese leído el pensamiento—. Romano ya contrató un abogado. Tal vez no es necesario que tú también contrates uno.

—Sí lo es. No quiero margen de error en esto.

—Justin...

—¿Qué?

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