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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 4

Mientras Elisse le da de comer a Gracie, yo me encargo de ponerle los paños de agua tibia en la frente. Nos hemos salido a la terraza, tal y como lo habíamos planeado. Gracie es todo un encanto. No se queja ni llora, pese a que prácticamente soy una extraña para ella.

El jardín no es muy amplio. Está el área de la terraza, y un pequeño espacio de tierra cubierta por césped, delimitada por una valla que separa la casa de Elisse con la de sus vecinos. No hay muchas plantas ni flores. Pero sí una especie de cobertizo pequeño.

—Entonces... ¿aún estás casada? —le pregunto a Elisse.

—En proceso de divorcio —corrige. Yo asiento. Debo decir que es un alivio.

—¿Y aún lo quieres?

—Por supuesto que no —replica de inmediato, pasando la servilleta por las mejillas de Gracie—. Lo quise sí, pero eso fue hace mucho. Nuestro matrimonio se echó a perder desde antes de que Gracie naciera. Y ella apenas tiene un año. Decidimos tenerla en un intento desesperado de mantenernos a flote. Pero fue muy egoísta de nuestra parte, y ahora yo estoy enfrentando las consecuencias. Sola.

—¿Quieres decir que te arrepientes de haber tenido a Gracie? —inquiero mientras remojo el pedazo de tela en el agua.

—No —Elisse menea la cabeza lentamente pero con firmeza. Por un momento baja el plato para concentrarse en mí—. A pesar de todo, Gracie es lo mejor de mi vida, lo único bueno que ese tipo me dio. No me duele que se haya ido porque es lo que anhelaba. Estoy a salvo sin él. Pero Gracie... Al final es su padre. Y cumplía bien ese rol. Bueno, supongo que no del todo. Si no, no la habría dejado nunca. Aunque nos divorciáramos.

—¿Y qué hay de las mujeres? —me animo a preguntar.

—Era un completo infiel —responde con tranquilidad. Yo rio ante la confusión y Elisse frunce el ceño.

—No me refería a eso —aclaro. Dejo los paños en el agua, en el tazón que descansa sobre la mesa. Me seco las manos y busco la de Elisse. Dejo la mía sobre la suya, sin hacer nada más—. ¿Qué hay de mí?

—Ah, eso —suspira y mira nuestras manos. Hace que su palma quede hacia arriba, en contacto directo con la mía. Yo reparo en lo pequeños que son sus dedos comparados a los míos—. Las mujeres me han interesado desde siempre, pero nunca me atreví a tener algo con ninguna. Supongo que por miedo. Pero también me enamoré de él, del padre de Gracie, así que...

—Lo entiendo —asiento, sintiéndome mínimamente celosa—. Responde la otra pregunta. Deseo saber dónde quedo yo en todo esto.

—De alguna forma hay algo de ti que me llama. Creo que me estoy enamorando, ya lo dije. Al principio creí que solo estaba confundiendo mi admiración hacia ti. Además, eres mi jefa. Pero ya no puedo seguir engañándome. Hace cinco meses te veo de una forma diferente.

—Me pasa lo mismo —menciono con una sonrisa. Elisse me mira y sonríe también.

—Siempre lo sentí. ¿Por qué crees que insistía para acompañarte en el almuerzo? Yo sabía que te pasaba algo conmigo. Pero intentaba convencerme de que solo eran ideas mías. Me daba terror decir algo al respecto y quedar como una tonta. O peor aún, que me despidieras.

—¿Y qué va a pasar ahora?

—¿Con qué exactamente? —cuestiona, genuinamente intrigada.

—Sé que es muy pronto para que suceda algo —me levanto un momento para acercar más la silla hacia Elisse—. Sin mencionar todo lo que está de por medio.  Tu situación, Gracie, el proceso de divorcio... Pero quiero saber, Elisse... Anhelo saber más que nada qué va a suceder con nosotras.

𝒜𝓂ℴ𝓇 𝓎 ℴ𝓉𝓇𝒶𝓈 𝓈ℴ𝓃𝒶𝓉𝒶𝓈 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora