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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 6


—¿Y tú? —me pregunta Elisse. Yo pienso en soltarla pero ella voltea para quedar frente a mi y me rodea la cintura con los brazos. Mi corazón se acelera súbitamente. Aún no me acostumbro a estar tan cerca suyo.

—¿Yo?

—¿Cómo fue que perdiste a tu hermana? —cuando Gracie empieza a balbucear, Elisse me suelta para ir con ella. Yo me quedo vigilando las carnes. 

—Eleanor murió a raíz de un accidente cerebrovascular —respondo sin pensarlo tanto, sin sentirlo tanto. No quiero llorar frente a Elisse—. La lesión fue muy grave, estuvo en coma por varios días. Hasta que una noche, mientras yo la cuidaba, su corazón dejó de latir.

—¿No intentaron reanimarla?

—Sí. Pero yo no quise que lo hicieran. Si Eleanor volvía a la vida iba a ser muy complicado, muy doloroso. Tanto para ella como para nosotras. Es decir, para Olive y para mí —hago una pausa y le dirijo una mirada a Elisse. Veo que está cambiándole el pañal a la bebé—. ¿Necesitas ayuda?

—No. Continúa.

Yo asiento. Miro hacia la parrilla otra vez. Nunca me he sentido lista para hablar sobre lo que le sucedió a Eleanor. Ni siquiera lo he hecho con Olive, al menos no tan abiertamente. Pero siento la necesidad de contárselo a Elisse como una recompensa por mentirle. Decido tomarlo como un intercambio de información.

—Si vivía, Eleanor nunca iba a volver a hablar ni a caminar —añado—. No iba a volver a tocar ni cantar. Ya nada iba a tener sentido para ella. Por eso Olive y yo ya habíamos decidido que si algo así sucedía, la dejaríamos ir.

—Debió ser muy difícil —comenta Elisse a mi espalda. 

—Lo fue —asiento—. Aún lo es. Todas las noches pienso en ella, me esfuerzo por recordar su voz. Ya sea hablando o cantando. Eleanor era muy talentosa. Siempre estuve muy orgullosa de ella pero nunca se lo dije. No tuvimos esa clase de educación tan afectuosa. Nuestros padres nos criaron para ser las mejores, incluso si eso significaba competir entre nosotras.

—Eso suena... ¿horrible? —Elisse me mira con temor. Seguro piensa que ha dicho algo malo. Pero no está lejos de la realidad. Lo que ha dicho es cierto. Yo le sonrío para tranquilizarla.

—Aún así Eleanor y yo supimos mantener una buena relación.

—¿Y Olive? ¿Cómo fue que llegó a ti?

—Después de la muerte de su madre, Olive intentó continuar con su vida —saco la última carne y dejo las pinzas a un lado. Ahora puedo concentrarme en Elisse completamente—. Decía que a Eleanor no le habría gustado verla tan deprimida. Así que Liv siguió con la escuela, siguió con todo lo que le gustaba. Pero nada fue como antes. Sus calificaciones bajaron, la situación con la comida se volvió complicada, las malas compañías llegaron. Y su padre no ayudaba mucho, ¿sabes? Solo le importaba la pensión que Eleanor les dejó. Por eso fui a buscar a Olive, me volví más cercana a ella. Y durante una noche, después de haberla sacado a rastras de una fiesta, me entregó una carta.

—¿Por qué una carta? —cuestiona Elisse con el ceño fruncido. 

—Eleanor la escribió alguna vez cuando estuvo enferma. Solo era una infección que se complicó pero ella entró en paranoia y creyó que iba a morir —yo rio, recordando ese momento de mi vida. Cuando todo era perfecto—. Me escribió pidiéndome que cuidara de Liv. No entiendo cómo fue que Olive acabó apoderándose de esa carta. Nunca se lo he preguntado.

»Cuando la leí primero creí que se trataba de una broma. Pensé... ¿Qué se supone que voy a hacer yo con una adolescente rebelde? Pero Liv ya no quería esa vida, después de haber estado hospitalizada por intoxicación decidió que había tocado fondo. Se sentía sola, incomprendida. Necesitaba una madre y alejarse de su padre. Fue entonces cuando iniciamos con el proceso legal para convertirme en su tutora.

𝒜𝓂ℴ𝓇 𝓎 ℴ𝓉𝓇𝒶𝓈 𝓈ℴ𝓃𝒶𝓉𝒶𝓈 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora