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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 17

Me estoy muriendo de celos.

Ver a Gracie en brazos de su padre, que es el peor ser humano del mundo, y que ella esté tan sonriente, me hace sentir traicionada. Es decir, soy consciente de que ella solo es un bebé. No tiene la más mínima idea de lo que el tipo hizo, y después de todo este tiempo extrañándolo, es muy comprensible que quiera estar cerca de él. Pero se suponía que ya habíamos creado un vínculo. Soy yo quien la ha cuidado en estos últimos cuatro meses. No él. Yo. Él la abandonó.

Gregor está sentado en el sofá y tiene a la bebé en sus piernas. Elisse me da la espalda y lo observa desde casi un metro de distancia. De pie. Está rígida, muy erguida. Pero tiene las manos temblorosas.

Desde que salimos de la secundaria y durante el viaje en el coche se la veía preocupada y temerosa. Estaba muy nerviosa. De la impresión se quedó muda. No fue capaz de decirme una sola palabra. Y hasta el momento sigue igual de callada.

Yo he permanecido en el umbral de la entrada, pero es hora de acercarme a ella. Tengo que demostrarle mi apoyo y darle seguridad.

—¿Puedes darme a Gracie, por favor? —pregunta de pronto, dando un paso al frente. 

Da uno tras otro hasta que está prácticamente a un centímetro de Gregor. Entonces extiende los brazos y espera, pero al final se atreve a quitarle a la bebé sin contemplación.

—Gracie también es mi hija —replica con calma, con una sonrisa sonsa que lo hace ver más estúpido.

Elisse abraza a Gracie con fuerza, cubriéndole la cabecita mientras retrocede.

—Y aún así decidiste dejarla.

—Ya que lo mencionas, me sorprendió que tuvieras el valor de enviarme los papeles del divorcio.

—¿Y qué más iba a hacer? ¿A quedarme de brazos cruzados y esperar a que volvieras? Ni siquiera sabía si lo ibas a hacer. Te fuiste sin decir nada. Nos dejaste sin nada. Eres un patán.

Las voz de Elisse resuena en las paredes. Alta, fuerte, llena de rabia. Nunca la había escuchado así de molesta. Es algo que no esperaba, teniendo en cuenta lo dulce que es. Pero supongo que Gregor saca lo peor de ella.

¿Cómo es que pudo enamorarse de un tipo tan desagradable?

Hasta hace un segundo Gregor no había reparado en mí. O al menos no se había tomado la molestia de mirarme.  Pero ahora lo hace. Me mira de arriba abajo. Y si soy honesta, preferiría que no lo hubiera hecho. Ahora estoy el triple de furiosa.

—¿Weems, no es así?

Me está señalando con la mano. Y yo me pregunto cómo es que sabe quién soy. Cuando lo veo ponerse de pie, subo una mano al hombro de Elisse. La otra la apoyo en la espalda de Gracie.

No voy a perder mi tiempo en presentarme ni en ningún otro tipo de formalidades. No se lo debo. Así que con mucha determinación le sostengo la mirada y le digo:

—Es un delito entrar por la fuerza a una propiedad privada —dejo de mirarlo y en un tono más suave me dirijo a Elisse—. ¿Quieres que llame al sheriff, cariño?

—¡Vaya! —exclama Gregor, ampliando la sonrisa. Se lleva las manos a los bolsillos mientras se acerca a nosotras—. No quería creerlo cuando me lo dijeron pero... ¿ahora eres lesbiana? Bueno, eso explica muchas cosas. El por qué nunca fuiste tan buena, por ejemplo, ya sabes, en... satisfacerme.

—Voy a llamar al sheriff.

Con el corazón a mil por hora y la sangre hirviendo bajo mi piel, suelto a Liss y me apresuro a buscar mi teléfono.

𝒜𝓂ℴ𝓇 𝓎 ℴ𝓉𝓇𝒶𝓈 𝓈ℴ𝓃𝒶𝓉𝒶𝓈 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora