El tirador 3-4

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Max aún seguía sosteniendo la cerveza entre sus piernas, parecía que su intento de alegrar a Carlos solo había hecho que decayera más, era mejor estar callado.

Cuando estaba apunto de dar el ultimo sorbo a la cerveza, Carlos empezó a hablar.

-Y dime, ¿cómo vas con helena? ¿Sigues con ella?

Max quito la cerveza de su boca para poder hablar

-Jaja claro, sigue siendo mi novia...aunque yo la considero mi esposa ya, pero ya sabes...por obvias razones no podemos casarnos-

-Jaja, una vampira y el futuro rey de esta maldita ciudad-dijo Carlos poniendo la botella vacía en la mesa-

-Un monstruo y un traidor para muchos...-dijo ahora terminándose lo que le quedaba de cerveza-

-Bueno es obvio luego de lo que paso con tu padre, pero seguiste siendo héroe, ahora de verdad salvando a la gente y matado a todas las cucarachas, a diferencia de los que están en la agencia

-Si...y la verdad me alegro, aunque, son helena jamás lo habría hecho mejor...-dijo Max mientras se ponía de pie y dejaba la botella en la mesa junto con la de Carlos-

-Quieres otra? -dijo Carlos también parándose-

-Oh no, muchas gracias, me gustaría, pero si llego a casa con aliento a alcohol helena me mataría jaja...mas de lo que ya huelo...-dijo Max mientras se soplaba a la mano-

-jaja oh vamos, acaso te pegan? -

-Peor, me rasguñan...-dijo Max a la par de una risa-

Max empezó a irse del departamento, ahora presionando la parte del centro del traje para poder quitárselo, antes de que fuera a la puerta, fue interrumpido por Carlos.

-La amas mucho...verdad? -dijo sonriendo-

-Si....créeme, si algo le llegase a pasar, castigaría al mundo entero...-dijo ahora poniendo una cara más seria-

-Lo se amigó..-dijo Carlos dando unas palmadas en la espalda de max-

-bien tengo que irme Carlos, suerte y ahora mismo te deposito los veinticinco. -dijo Max ahora extendiendo su mano-

-Que así sea..-dijo Carlos tomando su mano-

Ahora con el acuerdo hecho, Max empezaría a irse, dejando atrás a Carlos y este simplemente, preparándose para mañana.

Carlos empezó a ir a su cuarto para poder irse a dormir, tenia que levantarse temprano, eran aproximadamente las seis con treinta y cinco, temprano para mucho, así que simplemente se acostó pensando en cómo poder hacer el pedido, mientras más lo hacía más le daba sueno hasta que finalmente lo único que pudo ver a su alrededor, era completa oscuridad.

Pasadas horas, Carlos estaba levantado, tomando un poco de jugo de naranja para poder tener algo de energía, finalmente guardo en sus bolsillos un poco de balas para francotirador y empezó a dirigirse a la puerta principal. El sol apenas estaba poniéndose, era un alrededor de las ocho en punto, la cárcel estaba algo retirada de la ciudad, porque lo que obviamente no podía ir caminando, así que empezó a dirigirse a la calle. Todo estaba repleto de personas y héroes, en la luz para todos Carlos no era nada mas que un hombre común, ¿casado? ¿Divorciado? o quizás ambas decían, al fin de cuentas los matrimonios siempre terminaban en lo mismo, o eso es con lo que terminaban en la frase, mientras caminaba pudo ver una protesta, una protesta acerca de que algunos vampiros aun estaban encubierto con los humanos, obviamente muchos podían hacer una vida común de humano si no fuese por ese deseo de sangre, es por ello que muchos héroes han optado por revisar a los ciudadanos, no en casa en casa obviamente, solo a aquellos que lucieran sospechosos.

Se paro en una esquina, viendo a algunos niños jugar, a sus lados estaban sus padres, se veían muy felices, era una pena que tarde o temprano la guerra los terminaría. Mientras aun pensaba, un taxi paso, por lo que Carlos alzo su mano, el taxista comprendió y sin ningún rodeo, este subió.

-Bien, ¿adónde lo llevo caballero? -dijo el taxista volteando a verlo-

-...llévame cerca del museo-dijo Carlos viendo a la ventana

El taxista empezó a ir a dirección al museo, la cárcel estaba a unos veinte minutos de allí, por lo que era perfecto para no levantar alguna sospecha, además de que ese día había una especie de exposición especial, por lo que entonces seria perfecto. Mientras pasaban los minutos, Carlos aún seguía viendo a la ventana, sus ojos se desviaban cada vez que veía algo de su interés, personas hablando, parejas besándose, parejas jugando con sus hijos, todo les recordaba a ellas, a su hija y a su esposa.

Después de casi media hora, el taxi llego a su destino, por lo que Carlos se bajo en silencio y procedió a darle el dinero al conductor, este solo le agradeció y sin decirle una palabra más, se fue. Carlos empezó a ir a la cárcel tomando otro camino que fuera ideal para él, había algo de gente, pero mientras mas se alejaba del museo mas solo estaba. Finalmente estaba en un terreno elevado, una pequeña montaña la cual era perfecta para el tiro, Carlos saco el disco de su bolsillo y se lo puso en el pecho, al presionarlo toda su armadura empezó a cubrirlo, ahora en su espalda tenia sus armas.

Sin pensar saco el pequeño francotirador, al sacarlo este empezó a hacerse más grande hasta tener el tamaño de un francotirador promedio, decidió ponerlo en la posición exacta, eran las ocho cincuenta y cinco por lo que no debería tardar en aparecer aquel monstruo. Después de seis minutos, por fin salió, allí estaba el, Clifton, tenia la misma cara que en su expediente.

Carlos empezó a respirar lento, su corazón latía rápido no tanto por miedo a fallar, si no por el miedo a saber que pasaría una vez que le disparara, Clifton tenia a dos héroes acompañándolo, escoltas pensó Carlos, no le estorbaban, por lo que seria rápido, sin pensar, apretó el gatillo...nada...nada salió del arma Carlos empezó a apretar y apretar, pero no salía nada, el arma estaba atascada.

Sombras de engaño: héroes y nocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora