III.-Caminos

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Chaeyoung se detuvo frente al ascensor. Por alguna razón, se quedó quieta mirando la puerta de metal. Esperando que se abriera sin hacer nada. Como si fuese consciente de que alguien subiría hasta ese piso. Pero en realidad nunca nadie llegaría. Las puertas no se abrirían. Le resulto curioso saber que su destino dependía de una simple puerta. Pero tal como ocurrió ese día, una puerta cerrada la mantenía presa en una habitación.

Su madre nunca llegó a abrir esa puerta. Y ella se negó a salir de su casa sin verla entrar una última vez. Se mantuvo meses encerrada, esperando que el sonido de las llaves de su madre golpearan la cerradura. Pero eso nunca ocurrió.

—¿Chaeyoung? —Escuchó una voz a lo lejos. Era "esa" mujer. Otra vez.

Giró su cuerpo, y la vió a lo lejos, manteniendo esa mirada fría que tanto la caracterizaba. Esa mujer que solo le había causado problemas en su primer día, estaba parada de brazos cruzados al lado del vestíbulo. Su rostro decaido, sus labios cerrados. Sintió una profunda tristeza al verla.

Mina se acercó a su lado. Apretó el botón del ascensor. La puerta finalmente se abrió. Ambas entraron.

Chaeyoung se quedo pensando. ¿Que es lo que realmente sentía en este momento? Sufría cada vez que pensaba en su madre. Era una herida que nunca sanaría. Pero ¿Por que no sentía odio?

"Se que sigues sufriendo por la muerte de esa mujer"

Ella se habia quedado esperando fuera de la sala. Vió a la mujer joven salir, y a los pocos segundos escucho los gritos. Después de oir la discusión, quizó bajar, pero no pudo. Hasta que llegó la señorita Mina. Era ella, a su lado. La mujer que provocó el accidente en la que su madre murió. Pero Chaeyoung lo sabía. Desde el primer instante en que la vió.

Finalmente Mina apretó uno de los botones del tablero, y el ascensor comenzó a funcionar. Pero por alguna razón, en vez de bajar, ambas estaban subiendo. Chaeyoung miró extrañada a la señorita Mina.

—¿Por que estamos subiendo? —Preguntó confundida.

—Tenemos que hablar. —Respondió la señorita Mina, sin mirar a Chaeyoung de vuelta.— Te quedaste fuera de la puerta, y oíste la conversación que tuve con ella ¿Cierto?

Chaeyoung no respondió.

—Aún así, no me dijiste nada al respecto. Es porque lo sabias de antes ¿No?

Volvió a no recibir una respuesta.

—Sea lo que sea que estes planeando, es momento de hablarlo.

Mina había marcado el último piso. El limite del ascensor. Pero Chaeyoung no dijo nada. Ya había aceptado el hecho de que debía enfrentar toda esta situación. Era el momento de hablar las cosas. Al menos ella también quería escuchar las respuestas de la señorita Mina. Quería saber que había sucedido, las explicaciones de lo que había ocurrido ese día. Aún no aceptaba la perdida de su madre, y que la culpable no hubiese recibido sanción alguna. Porque la japonesa había salido liberada de todos  los cargos que tuvo en su contra.

El ascensor finalmente se abrió. Habían llegado hasta el último piso. Mina salió primero, y comenzó a caminar hacia las escaleras de emergencia, que llevaban hasta la azotea.

—Ven. —Le hizo señales para que Son la siguiera.

Comenzaron a subir, y llegaron hasta una puerta. Mina la abrió, y el cielo empezó a mostrarse. La japonesa caminó hasta el borde donde estaba la varanda, y Chaeyoung la siguió por detrás, pero se detuvo a cierta distancia de su jefa. Mantuvieron silencio por un rato, mientras Mina miraba la ciudad. Cerró los ojos, y se dió la vuelta para finalmente encarar a Chaeyoung.

—Ya no es necesario seguir ocultandolo, Chaeyoung. —Le dijo, manteniendo esa expresión deprimida en su rostro.— Se que sabes que tu madre murió por mi culpa.

Finalmente lo sintió. Ese rencor que había guardado por años. Como si esas palabras hubieran activado algo en Chaeyoung. Había adormecido esos sentimientos por alguna razón. Y sus lágrimas fueron la única respuesta fisica que dió, para correspoder lo que realmente sentía dentro de ella.

—Ya era hora ¿No? —Respondió Chaeyoung furiosa.— Después de tantos años, finalmente te tengo frente a mí.

Chaeyoung fue acercándose cada vez más hacia mina, hasta quedar frente a ella, y con mina topando la varanda de aquella azotea.

—Despues de tanto tiempo, finalmente puedo reclamar lo que me quitaste. La justicia en esta ciudad no hizo nada después de todo lo que provocaste. Mataste a una persona, y lo único que hicieron contigo fue ponerte una multa. —Dijo, mientras Mina la miraba.— Así de fácil ¿no? Mataste a mi mamá, y lo único que hiciste fue pagar dinero. Como si la vida de mi mamá pudiera comprarse.

Las lágrimas de Chaeyoung brotaban cada vez más, pero su expresión seguía siendo de temer.

—¿Acaso quedaste conforme con eso? ¿¡Puedes vivir después de todo el daño que hiciste!? Estuve meses esperando que mi madre regresara. Lloraba mientras trataba de evitar pensar que murió por culpa de alguien. Y después de saber que la culpable había sido liberada, no sabes cuanto odio acumule.

Tomó de la muñeca a Mina. La apretó con toda la fuerza que pudo.

—Soy el resultado de todo el mal que hiciste. Vengo a cobrar todo lo que me quistaste.

Mina la miraba manteniendo la misma expresión. No movió ni un musculo de su rostro. Su mirada era fija, y muy fría.

—Puedes pedirme todo lo que quieras. —Respondió Mina.— Estoy dispuesta a cualquier cosa.

—¡No quiero nada de ti! —Gritó Chaeyoung.— ¿¡Realmente crees que puedas darme algo que se compare con la vida de mi madre!?

Mina tiró de su brazo para soltarse de Chaeyoung. Luego le dió la espalda. Y tras subirse a la varanda, se colocó entre el vacío de una caída y del tubo de la cual estaba sujetada.

—¿¡Q-que haces!? —Chaeyoung se asustó de tal manera, que no pudo moverse.

—Quizas no se compare con la vida de tu madre. Pero esto en lo máximo que puedo dar para tratar de compensar lo que hice. No puedo dar más. No hay nada más que pueda hacer.

Finalmente Mina soltó sus manos del frío tubo de metal. Se sostenía solo del pequeño pedazo de concreto en el cual estaba parada. Cerró los ojos, y sin ningún remordimiento, dió un último paso.

—No mereces el camino fácil. Eso no es lo que quiero. —Chaeyoung sostuvo el cuerpo de Mina, colocando sus brazos alrededor del abdomen de ella.

Apretó su cuerpo con tal fuerza, que parecía que diera toda su voluntad en ello. Como si la unica voluntad de Mina por vida ni siquiera dependiera de ella, si no de Chaeyoung.

—Pero esto no es lo que mamá hubiera querido.  —Chaeyoung comenzó a llorar a mares, escondiendo su cabeza en la espalda de Mina.

Por primera vez en mucho tiempo, la fría expresión que Mina siempre había mantenido, se quebró. Como si solo hubiera sido una careta que escondía el verdadero rostro de la japonesa. Comenzó a llorar con tal amargura, que incluso había perdido la función básica de poder respirar.

El apretado agarre de Chaeyoung, se había convertido en un abrazo.

—Yo no soy mi madre, pero ni siquiera yo puedo permitir que des tu vida solo para esto. Me debes tu vida para lo que yo quiera hacer con ella.

Ella esta mal - Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora