XI.- No te preocupes por mí

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-¿Mina? -Dijo Chaeyoung una vez más, pero no podía moverse. Esa expresión en el rostro de su jefa, y la orden que le dió de no salir del elevador, le hicieron quedarse inmóvil. La pasante no sabía que hacer.

El tiempo se acababa, y las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse. Lo ultimo que pudo ver Chaeyoung, fue a aquel hombre tomar del brazo a Mina. Quizó reaccionar a tal movimiento, pero no logró entrar en razón hasta que el ascensor comenzó a bajar. La desesperación la consumió lentamente.

Llegó hasta la última planta, y la puerta se abrió mostrando la salida. Sin embargo, Chaeyoung no parecía tener intenciones de huir. Entre todas las ideas que se le cruzaban en su cabeza, como que aquel hombre era el asesino al que ambas querían arruinar, ella no sintió en ningún momento miedo por su vida. Ella se sentía temerosa por la vida de Mina.

Apretó rápidamente el botón que la llevaría hasta el piso en donde se encontraba anteriormente. Aunque Mina le hubiese ordenado marcharse, Chaeyoung iba a ignorar aquella advertencia. Necesitaba ver que la japonesa se encontrara bien.

Los segundos parecían minutos, y el miedo se había convertido en coraje. Una vez llegando hasta la oficina, entró rápidamente en busca de Mina. Pero no encontró rastros de ella. Intentó cruzar la puerta que llevaba hacia el despacho de su jefa, pero esta no se abría aunque intentara forcejear. Estaba totalmente cerrada.

Fue entonces, cuando se dio cuenta que no podía hacer nada más. Solo sentir angustia hasta poder volver a ver a Mina.

Se mantuvo sentada mientras los minutos pasaban. Sus ojos se cerraban por el cansancio de haber pasado más de medio día en aquella oficina. Pero ella no se movería de ahí. Estaba convencida de que aquella puerta se abriría en algún momento. Solo debia esperar que el sonido de unas llaves la alertara. Como si las cosas se repitieran una vez más. Pero esta vez, ella haría lo posible para no volver a arrepentirse.

Después de media hora de espera, unos pasos lejanos la alertaron. Su corazón empezó a latir con fuerza, y el sueño se alejó. La puerta comenzó a sonar, y luego de unos segundos, finalmente se abrió. El hombre sonriente salió, y miró a Chaeyoung con un inusual encanto. Se acercó a ella, pero mantuvo cierta distancia. Incluso desde aquella posición, Chaeyoung se mantuvo en guardia. Como si sintiera que en cualquier momento sería atacada.

—Así que eras tu. La chica nueva de la que tanto se habla. —Dijo, con una extraña simpatía.

Chaeyoung no respondió. Su mirada era de total repulsión.

—Espero nos llevemos bien, como colegas de la misma empresa.

El hombre alzó la mano en forma de despedida y caminó hacia la salida. Pero se detuvo a medio camino.

—Una sola cosa. Lo de tu madre fue solo un error de calculo. Así que no guardemos rencores ¿Si? —Miraba a Chaeyoung como si estuviera burlándose.— A menos que el error haya sido tan grande como para incluirte en él. Así que tratemos de que no llegue a eso ¿Te parece?

La pasante no respondió, aunque en su interior guardaba el enorme deseo de descargar su enojo con él. Pero lo mejor, para ella y para Mina, era guardar la calma.

El hombre al no oír a Chaeyoung, desapareció finalmente.

Una vez que aquel extraño momento había pasado, se levantó rápidamente de la silla, para ir en busca de Mina. Entró en el despacho, y la encontró sentada en el suelo, con su espalda apoyada en el escritorio. Se veía agotada, y con poco ánimo.

Chaeyoung se lanzó hacia ella sin pensarlo dos veces, y reposaron juntas en el piso, compartiendo un abrazo.

Los sentimientos que Chaeyoung sentía hacia Mina, finalmente se habían vuelto más claros. Ella solo se había sentido de esa forma tan desesperada con una sola mujer. Su propia madre.

Ella esta mal - Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora