VII.-Juntas

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La jornada de trabajo finalmente había acabado, y Son Chaeyoung se preparaba una vez más para ver a Mina.

Se despidió de su compañera de escritorio, quien se marchó minutos antes, y esperó sentada frente a la ventana, a que la mujer que había solicitado verla, hiciera acto de presencia.

Cuando la oficina se encontraba vacía, se veía aún más grande de lo que se podía intuir cuando todos los lugares estaban ocupados, o eso pensaba Chaeyoung. Ver aquel sitio tan silencioso, le añadía un nuevo significado, como si fuese un lugar diferente al de antes.

El sol ya comenzaba a esconderse, y la oscuridad iba devorando cada vez más aquel escenario. Pero Son Chaeyoung no se movería de ahí. Estaba decidida a ver la noche llegar desde esa posición. Viendo cómo los edificios cercanos comenzaban a brillar de forma asimétrica, o cómo el cielo desaparecía de un momento a otro en toda la ciudad. Hasta que incluso ella misma desapareció.

¿Estaba ella en el lugar correcto? Aunque el paisaje le gustara, se sentía fuera de lugar. Una extraña sensación de vacío y soledad. Desde que experimentó por primera vez la verdadera tristeza, que se hizo adicta a ella. Como si hubiera estado tanto tiempo sumida en ese sentimiento, que se volvió el lugar al que siempre regresaba cuando necesitaba sentir algo familiar. Al final y al cabo, cada vez que anhelaba esa nostalgia, era por el hueco que había en su corazón, debido a la falta de su mamá.

No era la mejor manera de vivir. Pero de otra forma, Chaeyoung no hubiera sobrevivido a tantos cambios repentinos en su vida.

De pronto, un particular sonido similar al tic-tac de un reloj, comenzó a resonar en la oscuridad. Aquellos pasos se acercaban cada vez más a Chaeyoung, sin tener ninguna irregularidad en su trayecto. Caminaba fijamente hacia ella, hasta detenerse en algún punto.

Chaeyoung a duras penas podía ver la silueta de aquella persona. Pero por el silencio en el que se encontraban, sabía que era aquella mujer. No se podía oír su respiración, tampoco el ruido de algún movimiento. Ella estaba quieta, mirando en la misma dirección hacia el paisaje.

"Me debes tu vida, para lo que yo quiera hacer con ella". Chaeyoung pensaba si realmente aquella mujer le pertenecía. Y aún más, en cómo la mujer aceptó seguir viviendo después de oír esas palabras, aún cuando sus intenciones eran de morir.

Si Mina realmente le pertenecía ¿Qué podía hacer con ella?

El corazón de Chaeyoung comenzó a latir con mayor fuerza de lo que ella misma hubiera querido. "¿Qué son estos pensamientos?"

—Mirar la ciudad de noche siempre me trae nostalgia. —Dijo de pronto Mina, con mucha dulzura.

—Señorita Mina...

—Dime solo Mina. —Respondió con una sonrisa que se podía ver hasta en la oscuridad.

Chaeyoung tragó saliva. ¿Mina le estaba sonriendo?

—Hoy día fue muy cansador —Admitió Chaeyoung.— Han ocurrido muchas cosas.

—Entonces deberías ir a descansar —Mina tocó su hombro.— ¿Vamos juntas hacia la salida?

Chaeyoung aceptó. Comenzaron a caminar juntas hacia el ascensor.

—Entonces a partir de hoy ¿Qué haremos? —Preguntó Chaeyoung.

—He estado dándole vueltas a una idea. Hay algo que te pediré que hagas, pero a su debido tiempo.

—¿De qué se trata?

—Hay una persona que es importante, y que podemos utilizar para que nos ayude en un futuro. Pero todavía es algo en desarrollo.

—Comprendo. —Asintió Chaeyoung.

Ella esta mal - Michaeng Donde viven las historias. Descúbrelo ahora