Estoy muy nerviosa porque esta mañana nos han mandado un correo desde la universidad a todos los alumnos que hicimos el examen de alemán, que la nota ya está subida a la plataforma, pero que nos irá llegando a lo largo del día. Por lo que me he llevado cerca del móvil toda la mañana y con el sonido al tope (cosa que nunca hago porque siempre tengo el móvil en silencio, pero esto era de vida o muerte). A ver, me salió regular, pero viéndolo con perspectiva, a lo mejor puedo llegar a un 5, ¿no? Un 5 son 6 créditos. Sí, ese es el mantra y la actitud de los estudiantes.
Hoy por la tarde he quedado para salir con mis amigos a la playa. ¿Me llevaré todo el día pendiente de las notificaciones? Sí, pero al menos socializaré.
Hemos quedado a las 15 en la orilla, así que me quedan dos horitas para poder comer, prepararme y coger todo lo que me voy a llevar.
Mis padres no están hoy, y mi hermano se ha ido a comer a la casa de unos amigos, así que estoy sola y puedo cocinar lo que quiera mientras pongo la música a tope. Es una tentación el tener la casa sola: podría quedarme todo el día aquí, sin hacer nada. Pero me tengo que obligar a salir si quiero mantener la poca cordura que me queda. Y porque llevo mucho tiempo sin ver a mis amigos, y quiero aprovechar el tiempo con ellos antes de irnos de nuevo en septiembre.
Mientras me cocino una ensalada de pastas, pongo de fondo "Funzo & Baby Loud". Tienen temazos y me ponen de muy buen humor, que debería estarlo, porque si quiero sacar buena nota en alemán, tengo que atraer buenas energías. O también es que me tomo muy en serio el "Fake it until you make it".
Una vez fregados todos los cacharros que he utilizado, subo las escaleras, me dirijo al baño para lavarme los dientes, ponerme el bañador, y tumbarme en la cama de mi habitación un ratito hasta que lleguen las 16:50 para salir dirección a la playa.
Me meto en Instagram a ver las historias de la gente. Pero no me da tiempo a meterme en la primera historia, cuando me aparece un puntito con el emoticono de una persona en la sección de notificaciones. Eso significa que tengo una solicitud nueva. Y el cosquilleo que me entra es flojo cuando veo que se trata de Simón.
¿Qué hago? ¿Lo acepto?
¡Claro!
A ver, ya, tengo que aceptarlo. Pero todavía no. Me acaba de pedir solicitud. Justo ahora. Tengo que esperarme un segundo, ¿no? ¡¿NO?!
Mira que eres tonta. ¿Qué más da?
¿Cómo que qué más da? Que voy a parecer desesperada por aceptarle.
Pero si estabas con el móvil. Te ha llegado, lo aceptas, y tan normal. No es nada raro.
Sí lo es, sí lo es. O no. No lo sé.
Justo me llama Rebeca al teléfono.
- ¡Tía!
- Hola, eh.
- Sí, sí, hola y todo eso. TE TENGO QUE CONTAR UNA COSA.
- ¿Qué pasa? ¿Todo bien? - suena preocupada, va a flipar.
- Simón. Me acaba de pedir solicitud. En Instagram.
- Ajá...
- ¿Cómo que "ajá"? ¿QUÉ HAGO?
- Eh... pues, no sé, ¿aceptarlo?
- Pero tendré que esperarme un tiempo, ¿no?
- ¿Para qué? - creo que está un poco perdida, no lo entiende.
- Tía, porque sino voy a parecer que estaba esperando a que me pida solicitud - Rebeca empieza a reírse, y yo me desespero un poco -. ¿Qué? ¿De qué te ríes?
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El bar de la esquina
RomanceCamila es espontánea, dramática y le encanta observar todo como si fuera la primera vez que lo ve. Le gusta imaginar que en un futuro logrará cumplir su sueño: ser cantante. No obstante, terminar la carrera de Filología Inglesa también podría estar...