Quedan tan solo 10 minutos para que Simón apriete el timbre de mi casa. Y llevo dando vueltas por la habitación al menos 30 minutos, nerviosa. Mi padre está trabajando, y mi madre y mi hermano se fueron a la playa nada más terminar de almorzar para poder coger un buen sitio en la orilla. Por lo que estoy sola de nuevo. Les dije que Simón iba a venir sobre las 17 para estudiar alemán, cosa que les sorprendió, porque no sabían que Simón sabía alemán, ni que teníamos algún tipo de relación. Obviamente les dije que tiene un buen nivel de alemán, aunque tampoco para echar flores. Porque a ver cómo les explicas tú que ni uno ni otro tenemos ni idea de alemán.
Ahora que paro a meditarlo un poquito, porque con los nervios pues no he tenido la oportunidad, realmente no sé para qué hemos quedado. Me refiero, no sé en qué me puede él ayudar a mí. Que se lo agradezco enormemente eh, vaya que si se lo agradezco. Poder pasar la tarde del lunes con él es un regalo que hace un mes no sabría que desearía tanto. Pero no sé cómo va a transcurrir la tarde.
Justo cuando dejo el vaso de agua en el fregadero, suena el timbre. Mi corazón da un mini saltito.
-Hey. ¿Qué tal? ¿Qué estabas haciendo?-me pregunta, mientras entra en mi casa y me da un largo abrazo tras cerrar la puerta que hace que me empiecen a temblar de nuevo las piernas.
La tarde va a ser graciosa.
-Puees, nada, viendo una película -que no se note la mentirijilla.
- Anda, y ¿qué película veías?
Me ha pillado. Rápido, di una película, la primera.
No vayas a decir Shrek.
- Shrek, la segunda. Es mi favorita, me sé casi todos los diálogos ya -respondo sin pensar y sin hacerle caso a mi vocecita de la cabeza.
Ya nos hemos dado cuenta.
- Hala, a mí me encanta esa película, también es de mis favoritas, aunque la 4 también me gusta mucho -me dice, dejando su mochila en la silla del salón y girándose para mirarme.
Silencio incómodo.
- Bueno, ¿nos vamos a mi habitación, o aquí en el salón estamos bien?
- ¿Estamos solos? -asiento-. Entonces podemos quedarnos en el salón, aunque no me importa. Hacemos lo que tú digas.
- Vale, mejor nos quedamos aquí, por si llegan mis padres y nos ven en mi habitación solos.
- ¿Por? ¿Qué dirían? -me pregunta, con una sonrisa pícara.
- ¿Eh? Ah, pues...no sé, pregúntale...pregúntale a ellos.
Demasiado nerviosa. DEMASIADO NERVIOSA EN TAN POCOS MINUTOS.
Simón se ríe ante la situación. Yo tomo asiento en una silla un poco sonrojada, y él se sienta a mi lado. Saca un cuaderno y un estuche, y me mira.
- ¿Para qué has traído un cuaderno y bolígrafos? Yo tengo, además que bastantes.
Entonces abre el cuaderno por la primera página, donde se puede leer "Alemán, nivel principiante, con Camila y Simón".
- Me he comprado un cuaderno. Si vamos a aprende alemán, tendremos que hacerlo ambos, ¿no crees? Supongo que tú tendrás tus apuntes, pero yo también quiero tener los míos.
No sé qué responder. Lo miro, un poco atontada, por el detalle de aprender alemán por mí, y conmigo.
- ¿Empezamos? -pregunta, tocándome el hombro y haciendo que me estremezca un poquito. Como sigamos así voy a tener que coger la manta, y estamos a julio. Sería un poco extraño.
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El bar de la esquina
Roman d'amourCamila es espontánea, dramática y le encanta observar todo como si fuera la primera vez que lo ve. Le gusta imaginar que en un futuro logrará cumplir su sueño: ser cantante. No obstante, terminar la carrera de Filología Inglesa también podría estar...